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Los nuevos fariseos

22 de Diciembre del 2014 - Leonor Rouñada López (La Felguera)

Para aquellos que, por razón de nuestra edad, vivimos la época del nacional-catolicismo de Franco, los fariseos son el partido político-religioso ultra-ortodoxo de los judíos más famosos. Aparte de haber pasado a la historia por el hecho singular de hacer crucificar a Jesús de Nazaret, son también recordados como el paradigma de la hipocresía. El propio nazareno se refirió a ellos como "sepulcros blanqueados", encalados por fuera y llenos de podredumbre por dentro, o también les acusa de haber convertido el templo de Salomón en "cueva de ladrones", tolerando que, en los aledaños del mayor centro sagrado de oración de los hebreos, los mercaderes se dedicaran a hacer todo tipo de negocios, lícitos o no. Su respuesta inmediata fue hacer ejecutar a quien denunciaba su corrupción, mientras sostenían que lo hacían para defender las normas y la ley de Moisés de su herejía.

Tras esta breve reseña histórica, volvamos al presente. Recientemente, dos sucesos han conmocionado el panorama político de Asturias. En el primero cronológicamente y de mayor gravedad, una oportuna filtración nos alertó de que el referente de los últimos treinta años del sindicato minero socialista, José Ángel Fernández Villa, habría amasado una fortuna que parece, a primera vista, de procedencia ilegal. Con loable rapidez la dirección socialista sancionó este hecho expulsándole de la organización. En el segundo caso, la consejera de Bienestar Social y Vivienda, Esther Díaz, se vio obligada a dimitir de su cargo al hacerse pública su participación en el accionariado de la empresa que dirige su marido y entreverse, según la opinión de Foro Asturias, indicios de tráfico de influencias, aunque esta empresa no tenga contratos directos con la Administración. La actuación en ambos casos, tanto de Esther Díaz como de la dirección socialista, contrasta, para cualquier observador medianamente objetivo, con la de los dos partidos de la derecha asturiana. El PP sostiene en la Alcaldía de Oviedo a Jaime Reinares contra viento y marea, a pesar de estar condenado judicialmente a un año de cárcel, aunque esto no debe sorprender a nadie, porque, igualmente, la alcaldesa de Alicante, también del PP, esta asimismo condenada por los tribunales, y a Rodrigo Rato, usuario como otros de las tarjetas opacas de Bankia, se conforman con suspenderle de militancia.

En cuanto a Foro Asturias, el grado de fariseísmo es "aun mayor". Denuncian que es incompatible ser accionista de una empresa familiar con el cargo de consejera del Principado.

Aunque tal empresa no mantenga contrato alguno con el Principado, cuando el señor Álvarez-Cascos, presidente de Foro Asturias, y días antes de dejar su cargo como presidente del Principado de Asturias y convocar elecciones, adjudicó a un militante de su partido, el señor José Antonio Martínez, actualmente diputado regional, un contrato con la Administración de cientos de miles de euros a favor de la empresa de catering de la que es administrador único. Esto, asombrosamente, no les parece a ellos ni incompatible, ni tráfico de influencias.

A la mayoría de nosotros este panorama de hipocresía generalizada nos parece desalentador. Nos lleva a la convicción de que la situación de podredumbre ética y moral de nuestra sociedad y de nuestros representantes públicos llegó a extremos inalcanzables en nuestra historia. Nada más lejano a la realidad; si volvemos la vista atrás, veremos claras referencias en la literatura desde el "Quijote" para acá y en los anales de nuestra historia a que estas prácticas de pillaje y picaresca acumulan sobre nosotros una pátina multisecular e incluso posiblemente cultural. La única diferencia con el pasado es que en nuestro tiempo la información fluye instantánea y global.

En estos tiempos de crisis económica y sin valores éticos que nos sirvan de referencia, surgen como las setas demagogos oportunistas y salvadores de toda índole que al amparo de nuestra desilusión y falta de fe en un sistema que se resquebraja se nos presentan como puros y diferentes, alejados de las prácticas de lo que llaman "la casta". El contexto económico y el discurso victimista de estos iluminados recuerda peligrosamente la Alemania de los años treinta del pasado siglo. Tras la derrota en la Gran Guerra, abrumado el país bajo la deuda generada por las indemnizaciones de guerra impuestas por los vencedores, con una tasa de paro y una inflación galopantes, Hitler les dijo a los alemanes quiénes eran los culpables: el judaísmo y los partidos políticos alemanes, y sólo él la solución.

Hoy en día ese simplista papel de "chivo expiatorio" lo ocupan los partidos políticos históricos, a los que se les llama "la casta", y los mercados internacionales, y sólo el voto a Podemos aparece, según ellos mismos, como solución. Casi un siglo más tarde, el mismo escenario económico y los mismos argumentos; esperemos que el pueblo soberano recuerde esta dura lección de la historia tan próxima: los líderes mesiánicos son sumamente fáciles de encumbrar, pero extremadamente difíciles de desplazar del poder si el resultado no es el esperado.

Por otro lado, parece ser que Pablo Iglesias y el señor Monedero, caras más visibles del nuevo partido, no tienen reparos en declarar una productora de programas que factura cientos de miles de euros, como sociedad sin ánimo de lucro, sólo para evitar pagar impuestos. Al final, ni tan puros ni tan diferentes.

Volviendo a la referencia bíblica para finalizar, observo con perplejidad y gran pesar que, en este país, algunos siguen viendo la paja en el ojo ajeno a pesar de la gran viga que llevan en el propio. Nada nuevo bajo el sol.

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