Gratitud al personal del HUCA
Una sonrisa ancha y cálida nos recibe en la entrada, con el brazo alzado nos indica el mostrador de recepción/información.
El edificio es magnánimo, ancho, blanco y limpio. Nos perdemos en su grandiosidad, en sus techos, en las paredes y pasillos, somos tan pequeños que rápidamente aciertan a ver lo confundidos que estamos.
Desde el primero hasta el último, pero en especial a los de Oncología, es mi deseo colmaros de gratitud, esperanza y ternura por vuestro quehacer diario. Todos y cada uno de vosotros tejéis diariamente la esperanza de los pacientes, de los enfermos, de los solitarios, de los desahuciados.
Con vuestras cariñosas palabras; un nombre propio, un gesto sobre el hombro, una caricia en la mejilla, una sorpresa cuando atisbáis una pizca de humor en el cuerpo enfermo.
¡Gracias!
En el HUCA hay auténticos profesionales de los que ya quedan pocos, con muchas horas de trabajo, de sacrificio y solidaridad.
¡Gracias!
Lo que he visto, lo que creo y lo que verdaderamente siento no cabe en este folio.
¡Gracias!
Ella no lo consiguió, nos ha dejado. Soy impotente para manifestaros su inmensa gratitud. Decía: son tan amorosos. Ni un solo día dejó de observar, manifestar y comentar vuestra profesionalidad y humanidad.
Ella era grande, era fuerte, era inteligente, muy sensible. Hemos perdido a una gran artesana de cuentos. Espero y deseo que su hijo siga sus pasos. Descansa en paz, Marita.
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