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Visita al Seminario de Oviedo

8 de Diciembre del 2014 - Antonio Parra Galindo (Cudillero)

He subido al seminario de Oviedo que domina una eminencia el prado Picón desde donde se divisa toda la ciudad: la recta de la calle Uría trazada con tiralíneas y al fondo las estribaciones del monte Naranco con su cristo dominante que recuerda en cierto modo al de Río de Janeiro. Estaba vacío. Una jaula sin jilgueros, cuando no cabían hace poco más de medio siglo los aspirantes al sacerdocio en sus dependencias. El tema es para meditar sobre las causas de lo que pasa y por qué nos pasa.

He sentido la misma melancolía que me acometió al visitar el seminario de Segovia. La puerta cerrada, las dependencias vacías. Se apagó el griterío y las voces infantiles de otros días. Fue este centro una de las instituciones de la iglesia española de mayor prestigio junto con el de Santiago y el de Vitoria. La cuna del cristianismo muzárabe que tiene una particularidad que han obviado los antiguos historiadores el carácter arriano y autónomo de esta archidiócesis frente a Roma.

La herejía arriana exaltaba y exultaba en la humanidad de Jesucristo. La efigie del redentor campea de esta manera en todos los pantocrátores, da tristeza pero inspira cierta carnalidad; en su rostro nos reflejamos, Él era uno de los nuestros.

Recuerdo una frase de los cronicones in Asturianorum conventu posuit firmísimos montes Dominus Deus. En estas montañas entre la fronda de las montes aparecen desde Arbas a Gozón y desde la riberas del Eo hasta Parres y Ribadesella esas iglesias angostas y como de nacimiento de paredes verticales y que tenían un desván, cova, alcoba, recova o cámara santa donde se guardaban las sagradas especies y vivía el morabito o monje mozárabe en su rábida según la vieja tradición.

Posiblemente el primer seminario de Oviedo para la formación de clérigos date del siglo XII.

Tirso de Avilés parla de cierto rector de Escuelas c. 1307. Anteriormente, profesos venidos de Andalucía de la regla de san Espiridón el Sirio se asentaron en Pramaro (Praemaris) fundación tributaria del convento de san Illán o Juliano en Pravia y financiada por la esposa de Alfonso VI. El asturianum conventum lo constituían Obona, Celorio, Corial o Corias /un primer escorial/, Valdedios, junto con San Salvador de Oviedo centro de las peregrinaciones jacobeas.

En el siglo catorce llegan los mendicantes, franciscos y dominicos con las visitas a la Cámara Santa, el antemural de viajes devotos a Compostela. Pero el Studium fue fundado en el siglo XVI por el arzobispo de Sevilla e inquisidor Fernando de Valdés para la formación de clérigos. Es uno de los primeros seminarios poco antes del concilio de Trento y que al correr del tiempo se transformaría en claustro universitario.

En el studium figuraban estudiantes pobres a los que se imponía una beca negra y un manto verde con una cruz en forma de escapulario que eran los colores distintivos del Santo Oficio. Para acceder a las órdenes sagradas se necesitaba saber algo de latín, tener buena voz y garantizar buenas costumbres. El celibato se imponía de iure pero rara vez se ponía en práctica entre los curas de misa y olla que eran atendidos por amas de llaves todas ellas buenas mozas, se las conocía por mulas del diablo y ejercían funciones de esposas de los reverendos sin tener que pasar por la sacristía. Los ordinarios de la diócesis hacían la vista gorda. Muchos de los que albergamos dudas sobre la eficacia del celibato seguimos pensando que la iglesia medieval no estaba tan podrida como ahora.

La cosa cambió radical a la llegada de los jesuitas muy rigurosos en ese aspecto y que se encargaron de los seminarios y universidades. Su estricta moral chocó con el laxismo del clero regular de manga ancha y costumbres más relajadas. Hubo por ende fricciones y roces con las casas de la compañía. Se acusaba a los hijos de san Ignacio de atender a los ricos y de que en los centros a su cargo florecía la hipocresía los abusos sexuales y la sodomía. Yo escuché cantar en los seminarios de entonces el himno de los jesuitas al revés. Por compañía de Jesús ven a reinar se decía Compañía de Jesús fuera de aquí. Estas disensiones derivaron en la supresión de la orden de los alabarderos de Cristo por Clemente XIV en 1776 y no serían rehabilitados hasta 1814 pontificando Pio VII en el Vaticano (cúmplense a día de la fecha dos siglos de aquella refrendación) En España donde siempre existió un recelo, una mar de fondo hacia los jesuitas, los expulsó la República en el 34 y los rehabilitó Franco justo acabada la guerra de liberación. ¿Por qué sería? ¿Arrogancia? ¿Eficacia y superioridad intelectual? Los jesuitas que se distinguieron en la defensa del catolicismo en Inglaterra reinando Queen Elisabeth disfrazados de espías y que en las Islas Británicas gozaron de gran prestigio siempre se distinguieron merced a su petulancia y su capacidad para el disimulo que los desentendía de los demás frailes- continuos conflictos tuvieron al menos en España con los obispos- y de los curas diocesanos por su talante anglófilo. Se les motejó de poco humildes y arrogantes. Fundados por un vasco la verdad es que nunca se consideraron muy españoles sino ciudadanos del mundo. Iban a su aire pero eran un estado dentro de un estado y otra iglesia dentro de la Iglesia siguiendo los cánones arquitectónicos del Gesú de Roma. El cuarto voto de obediencia al papa los convirtió en los alabarderos de Cristo pero dicen los malas lenguas que eran los lansquenetes que controlaban el Vaticano. Ahora es un argentino SJ el que impera en la silla apostólica. Papa negro papa blanco. ¿Será Francisco el renovador de una iglesia a la defensiva o el enterrador que le dé el finiquito? El Espíritu Santo sólo ha bajado una vez al Cenáculo y a causa de la potencia de su venida quedaron los apóstoles medio trastornados y borrachos (telumantes dicen los Hechos) pero no perdamos la esperanza de un nuevo Pentecostés ¿O es que se está produciendo y no lo vemos? ¿Estarán nuestros oídos embotados y medio cerrados por el sueño de la modernidad nuestros ojos? Efeta. abríos

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