A mi amigo Gerardo
Hola Gerardo, no sé si me puedes escuchar. Supongo que no, pero, por si acaso, quiero que sepas que hace unos domingos nos reunimos en Campiellos casi doscientas personas, con una idea común, recordar a un amigo que nos hizo pasar momentos inolvidables de camaradería y de alegría sana.
Tenía pensado dedicarte unas palabras en público, porque te las mereces, porque te debo mucho y porque eres una persona especial, pero la emoción me traicionó y no tuve la fuerza y la entereza necesarias.
Me hubiese gustado decir, en voz alta, que te debo muchas cosas buenas. Que me enseñaste el extraordinario placer de saber disfrutar compartiendo con los que nos rodean y a ser un poco más feliz viendo a los demás serlo.
También me hubiese gustado decir que gracias a ti empecé a querer a Campiellos y entendí que, habiendo nacido en otro lugar, uno puede echar raíces y sentirse tan del pueblo como el que más. Tú eras un verdadero embajador de Campiellos.
No me quiero extender más, sólo decirte que puedes estar orgulloso de Mari Carmen, de tus hijos, de tus nietos, de tus hermanos, de tus compañeros de la peña La Xamoca, de todo Campiellos; todos te recordamos y no olvidaremos tu ejemplo y tu entrega a tus vecinos. Si hubiese muchos como tú este mundo sería otra cosa.
Hasta siempre, Gerardo.
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