Carta al director sobre las cartas al director
Pasé toda mi infancia y adolescencia leyendo el periódico que mi padre traía, religiosamente, todos los días. Más por el acto en sí que por enterarme de lo que pasaba, se había convertido en una especie de ritual al que volvía día tras día.
Hace años que no vivo en casa, y al parecer entre las cosas que me dejé en el hogar familiar quedó esa tradición diaria sobre los diarios. Seguía consumiendo noticias, pero lo hacía online y con la poca ceremonia que alguien le dedica a algo rápido y simple. Hace unos meses tuve que volver a prestar atención a las cartas al director. Como formato y como fuente. De repente desbloqueé el recuerdo de leer, con curiosidad, lo que otros lectores como yo escribían y opinaban. Desde ese día vuelvo a repasar la sección de opinión de los lectores con la curiosidad y dedicación que hacía años no le dedicaba.
Estén donde estén en cada medio, esta es una epístola (muy meta, lo reconozco) de reconocimiento a las cartas al director que, día tras día, los lectores envían, con la ilusión de quién se sabe escuchado (y leído).
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