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Anabel Santiago, en la Teverga solidaria

17 de Diciembre del 2014 - Teverga, Celso Peyroux (Teverga)

Llovía si Dios tenía agua durante todo el fin de semana, pero la gente no les tuvo miedo ni al frío que bajaba de Sobia ni a la lluvia. Se diría que el personal estaba contento y había alegría en el alma por la causa que les reunía y estaba defendiendo.

En Sierra Leona más de mil niños se murieron en los últimos días de hambre, sed y enfermedades malignas y contagiosas. El maldito ébola se llevó por delante a hombres y mujeres sin que la sociedad mundial se moviese para combatir este temible brote que acaba con todo.

En su cuarta edición solidaria, asociaciones de vecinos de Teverga, el Ayuntamiento y visitantes mostraron, un año más, que a estos valles llegan las voces, denuncias y gritos de angustia de los que padecen y se les escucha. Al menos, dos centenares de personas asistieron a todas las actividades que se prepararon con el fin de recaudar dinero para ayudarles.

Niños con sus dibujos, postales navideñas y sonrisas, los "Corazones jóvenes" con sus obras de teatro –Mino Fuenteseca y este cronista en la memoria, gracias–, conferencia y sensibilización sobre nefrología, el grupo folclórico "Nocéu" de Trubia, tómbola y rastrillo, demostración de tiro al arco; en la Colegiata, las "Voces de Teverga", con su incipiente coral, muy aplaudidos los cuatro temas presentados y… el concierto estelar de Anabel Santiago.

Se hizo el más profundo silencio y la joven maestra de la tonada asturiana, acompañada por el guitarrista Julio Arbesú, se ganó –con su sonrisa y donaire– al público desde la primera canción. "El xilguerín parleru" voló por todos los rincones del centenario templo, llevando en sus alas la voz de la cantante. No necesitó megafonía porque su armoniosa y potente voz invadía los espacios más increíbles. Tonadas de la música vernácula, cantos de la mina, tangos, fados de Miranda do Douro… y al final el "Chalaneru", entonado por todos los presentes. Anabel Santiago y su guitarrista recibieron, entre numerosos halagos y muestras de afecto, dos lámparas mineras entregadas por el alcalde de Teverga, Belarmino Arias, la concejala Susana Fernández, Fermín García Lorenzo, presidente del "hogar" de pensionistas y jubilados y Juan Gutiérrez, delegado del Montepío de la Minería en el concejo. Este cronista también hizo entrega de una novela con raíces teverganas y de un reportaje (a dos páginas) publicado por LA NUEVA ESPAÑA con motivo de una visita solidaria de los Amigos del Pueblo Saharaui.

Al final, alguien dijo la frase del día: "Santiago cantó como los ángeles en la Colegiata de San Pedro". Hubo ovaciones, sonrisas y hasta lágrimas. Todo un triunfo para la joven, que cedió su voz, simpatía y las mejores maneras para paliar las necesidades y sufrimientos de los menos afortunados, tal y como habíamos hecho juntos con el pueblo saharaui, hace de esto ya siete años. Bellos recuerdos en las arenas incendiadas del desierto, junto a otros altruistas asturianos que practicamos la enseñanaza, la medicina, la solidaridad en su quintaesencia y, sobre todo, la compañía con un pueblo marginado y maltratado.

Existe, desde un tiempo a esta parte, la leyenda en el campamento de Dajla de que el "Principito" –hijo literario del aviador Saint-Exupéry–, al oír las canciones de Anabel, llegó hasta la "jaima" con su rosa de la mano y escuchó con atención las dulces melodías de la joven asturiana. Como todos nosotros, perdida, con su amiga Palmira entre las dunas y las injusticias que se vienen haciendo con un pueblo noble, hospitalario, con deseos de ser libre y recuperar la tierra donde nacieron.

Cuentan que, a la mañana siguiente, cuando se levantaba el sol, el "Principito", medio dormido entre los pétalos de su flor, preguntó a un vecino: "¿Quién cantó anoche?". No lo sé. Pero dicen que es una xana del país de siempre, donde los valles son de menta, ríen los arroyos con sus aguas de plata, cantan las olas su balada marina y en lo alto de las cumbres anidan las nieves en el invierno.

El dinero recaudado ha ido en esta ocasión para combatir el ébola a través de la Fundación de la Cruz Roja y para los enfermos renales de Asturias, y los comestibles recogidos, para el Banco de Alimentos. Por todo ello y mucho más, seguimos siendo un pueblo ejemplar. Salam-aley-kum.

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