Alarconiana carta para recordar...
La tarde del 10 de diciembre año en curso, invitado por la Cátedra Emilio Alarcos Llorach, presidida por su ejemplar Josefina, viuda de su inolvidable don Emilio, para escuchar en el Aula Magna de la Universidad de Oviedo la soberana voz del prestigioso académico don Pedro Álvarez de Miranda, que durante casi dos horas de conferencia “La palabra en el tiempo”, nos informara históricamente sobre el nacimiento hace 300 años de la Real Academia Española, entre cuyos ocho primeros fundadores, encabezados por el Marqués de Villena, había un peruano, como si fuera un representante de toda la América Hispana, que a estas alturas del siglo XXI forma esencial parte de quienes se inmortalizaron siguiendo los pasos de Quevedo y Cervantes... Mucho nos llamó la atención que gran parte del primer tiempo, si lo podemos dividir, lo dedicara el exponente al recuerdo de su amistad y admiración del gramático universal y por mucho tiempo un desconocido, siendo un notabilísimo poeta y cuyos versos tuvimos a honor de conocer antes de cualquier elaboración posterior editorial... Todo ello me hizo recordar una carta inmerecida que hace once años desde Valladolid, donde aún reside, me remitiera don Luis Alarcos, extraordinario filósofo, entrañable hermano de don Emilio, con un gran don literario, le parezca o no, por algo tiene el mismo ADN que su querido padre Alarcos García, al que conocimos 55 años ha por las orillas del Pisuerga en decanatura universitaria ejemplar; sin sospechar que muchos años después llegaría a tener una sincera y cordial amistad, nada menos que con su repetido nombre, en las Asturias, con “Alarcos en Oviedo”, que nos describe, después de inesperado fallecimiento, la magistral pluma, como siempre, de José Ignacio Gracia, nada menos... Si se puede, leamos a Luis, a quien como a su precitado hermano, recuerdo siempre, más en estos días sentimentales, navideños que palpita como nunca en nuestros corazones, en recuerdo de la familia y los verdaderos amigos... Y cerrando estas pronta líneas, ¡vaya sorpresa!, me llega la noticia de que el gran filósofo Darío Villanueva, de cuya amistad presumo, es el nuevo piloto de la RAE, ¡felicidades!.
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