De lo malo a lo pésimo

La conocida expresión de lo “malo a lo pésimo” es plenamente aplicable al panorama político actual. Los españoles que queremos un futuro basado en el bien común, la unidad de la nación, la democracia, la economía libre y sólidos principios morales tenemos motivos para estar muy preocupados. En primer lugar, es obvio que la acción gubernamental del partido del Gobierno, el PP, en los últimos tres años ha sido muy deficiente.

El presidente del Gobierno puede presumir de sus logros, pero la situación de las variables económicas claves como la deuda, el déficit público y la evolución de la renta per cápita arroja un balance muy negativo. Por su parte, el principal partido de la oposición continúa con su populismo, que acentuará los problemas económicos, sociales y la destrucción de España. El flojo líder del PSOE no tiene otra cosa en qué pensar que en reformar la actual Constitución para peor.

El sistema educativo sigue inculcando colectivismo. Es difícil encontrar análisis adecuados en la mayoría de los materiales didácticos y libros de texto sobre los destrozos del comunismo en donde ha triunfado. El secuestro de la educación pública por la izquierda es evidente. Se ha sustituido el eje central de las escuelas –transmitir conocimientos– por promoción de ideología contraria a las libertades y favorable a los totalitarismos de Estado. Lo señala muy bien la profesora Alicia Delibes en su libro “La gran estafa”, cuando afirma que “en el mundo de la enseñanza hay una ausencia absoluta de ideas liberales”. Este secuestro del sistema escolar por la izquierda totalitaria ha sido un factor clave en la implantación actual en España de una alternativa comunista que constituye una grave amenaza para el bien común.

Si ustedes recuerdan uno de los grados del adjetivo calificativo –malo, peor, pésimo– y los aplican a los partidos políticos que, por el momento dominan el poder parlamentario y gubernativo, deberían aplicar el grado “malo” al PP y “el peor” al PSOE. Podemos sería lo pésimo en cuanto oferta política. Los dos partidos mayoritarios han desertado de principios básicos del liberalismo económico y de la moderación socialdemócrata y, por supuesto del Estado de Derecho y la unidad de la nación.

Los problemas económicos se deben, en gran parte, a que el Estado se queda con un elevado porcentaje de la riqueza que generan trabajadores y empresarios. El dinero recaudado por una fiscalidad confiscatoria, alejada de unos impuestos razonables, se destina a mantener a las gigantescas administraciones y entes de las autonomías como las televisiones públicas de ellas dependientes que se dedican al despilfarro y a destruir España. Mientras el gasto público sigue creciendo los salarios han caído el 8,6% en los últimos siete años.

La irrupción de Podemos y lo que proponen sus dirigentes, la mayoría profesores comunistas, sería un desastre principalmente para los desfavorecidos. Intentan implantar una dictadura a imagen leninista-fascista con confluencias y alianzas con populismos latinoamericanos y sanguinarias dictaduras como la de Venezuela, Irán o Cuba. Según algunos periodistas expertos es cierto, aunque de entrada cueste creerlo, la conexión iraní de estos peligrosos extremistas de Podemos. Además les ven con simpatía partidos que representan al grupo terrorista ETA. Estos hechos confirman las afinidades ideológicas entre los totalitarismos –nazis, comunistas y fascistas– a los que se refirió Hayek en su célebre libro “Camino de servidumbre”. Existen muchas coincidencias, por ejemplo, entre Podemos y el Frente Nacional liderado, en Francia, por Marine le Pen.

Las propuestas de estos iluminados destructivos son una serie de disparates que han difundido los medios de comunicación. En lo económico, propugnan la salida del euro, el impago de la deuda y la nacionalización de la banca. Aumentarían el endeudamiento con gastos inviables que agravarán las políticas despilfarradoras de PP y PSOE. Abogan por subir los impuestos, subvenciones de todo tipo, interferir la creatividad empresarial, subvencionar el alquiler, etcétera. Por supuesto, que en este contexto serán barridas las, por otro lado, escasas libertades de enseñanza. Proponen aumentar, ¡todavía más!, el empleo público como en la antigua Unión Soviética.

No lo duden. De acentuarse las políticas económicas populistas el descanso de salarios, pensiones y beneficios de las empresas sufrirán un deterioro que afectará en primer lugar a los jóvenes y parados. Es penoso observar cómo personas en paro, trabajadores, funcionarios, pensionistas, etcétera, puedan apoyar estas opciones de extrema izquierda que, como me dice un amigo, “nos van a echar a pedir”.

Con esta versión comunista-populista se acentuarán más –en lo malo, lo peor y lo pésimo– lo que se refiere a la familia, a la natalidad y a la vida humana en su comienzo y fin.

Por tanto, es necesario que los españoles abandonen las ofertas políticas mayoritarias actuales –lo malo y lo peor (PP-PSOE) y lo pésimo que puede venir (comunismo-populismo)– y opten por otras ofertas moderadas desde la derecha liberal a la socialdemocracia que sostengan a España, los principios morales de Occidente y el bien común.