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¡Cinco negros menos!

28 de Diciembre del 2014 - José María Izquierdo Ruiz (Oviedo)

Se cumplen 150 años de la creación del primer Ku Klus Klan, nacido a raíz de la guerra de secesión americana para, con sus sayones y capirotes blancos, muy blancos, seguir matando y aterrorizando a negros, muy negros, por medio de nudos corredizos e impunidad. El KKK operaba principalmente en estados sudistas como Tennessee, Georgia, Texas y Oklahoma; y así durante un siglo, cuando su actividad decayó, quizá porque los poderes públicos lo suplieron. Hoy se hubieran alegrado de la reciente muerte por la policía de cinco inofensivos “afroamericanos”, y hubieran exclamado ¡cinco negros menos!; y también lo habrán pensado unos cuantos blancos de hoy...

En julio de este año, en Staten Island (Nueva York), Erik Garner, un vendedor callejero negro, de 43 años, es muerto, mediante llave de estrangulación, por el policía blanco Daniel Pantaleo, que meses después fue exculpado, sin juicio, por un gran jurado.

En agosto, en Ferguson-Saint Louis (Missouri), un agente blanco mata a tiros a Michel Brown, un negro de 18 años. Un gran jurado exculpa, sin juicio, al agente. El fiscal general abrirá una causa “y sacará sus conclusiones”.

El 22 de noviembre, en Cleveland (Ohio), un policía blanco mata a tiros a Tamir Rice, un negrito de 12 años mientras jugaba en un parque con su pistola de juguete.

El 2 de diciembre, en Phoenix (Arizona), un policía blanco mata de dos tiros, en un forcejeo, a Rumain Brisbon, un negro de 34 años, desarmado.

Un vídeo, anterior a estos casos, muestra en un aparcamiento de Saguinaw (Michigan) cómo ocho policías rodean a un mendigo negro de 49 años, con una navaja en la mano, y le meten 46 balas en el cuerpo. ¡Qué despilfarro de metal!

Estos hechos han tenido una vigorosa respuesta por parte de los afros de numerosas ciudades de EE UU, en forma de manifestaciones tumultuosas de protesta por los homicidios y por la impunidad policial, respondidas con numerosas detenciones. Por su parte, el fiscal general dice que “ha llegado el momento de hacer más”. Ban Ki-moon pide a la policía que sea más responsable. La Coalición Nacional de Evangélicos aconseja a los jóvenes negros que callen cuando sean detenidos, mejor que defender sus derechos. Hillary Clinton aboga por revisar los procedimientos judiciales. Los revisores de la ONU piden que se revisen las prácticas policiales. Y “el negro que tenía el alma blanca” anuncia medidas para mejorar la confianza de los negros (y sobre los “interrogantes reforzados” de la CIA, le preocupa la imagen del país).

Los antecedentes de la progresiva transformación del Estado providencia en Estado penitencia (y no sólo en América) arranca hace treinta años con el mandato de Reagan y se dispara –en lo relativo a la persecución de los pequeños delitos, hurtos y desórdenes, de vagabundos, borrachos y mendigos sin techo, sobre todo si son negros o hispanos– con la llegada hace veinte años a la Alcaldía de Nueva York, patrocinada por el Manhattan Institute, del fiscal estrella Rudolph Giuliani, quien acuñó la frase que lo ha hecho tristemente famoso “Tolerancia cero” hoy soniquete ubicuo “prêt-à-porter”; para Giuliani significaba mano dura para molestos y antiestéticos indigentes, sobre todo negros, y manga ancha para sosiego de delincuentes de cuello blanco, sobre todo blancos.

José María Izquierdo Ruiz, Oviedo

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