Cartas que inquietan
Mi madre descolgó el teléfono fijo y, tras mantener un par de frases de conversación, me dice con cierta preocupación que recibió una carta del banco por la mañana en la que se le comunica la necesidad de pasar con rapidez por la sucursal, pues en caso contrario le harán algo en la cuenta. Una vez tengo la misiva en las manos paso a leer que, con motivo de la Ley 10/2010 de Prevención de Blanqueo de Capitales, la conminan a presentarse a la mayor brevedad posible en la oficina con el DNI en vigor al objeto de actualizar sus datos, pasando a ser bloqueadas las cuentas (en plural) en una primera fase y canceladas si pasado un tiempo incumple el tramite requerido. Y uno se pregunta: ¿tendré una madre que, sobrepasados los ochenta años de edad y camuflada bajo una vida de aparente normalidad, lleva a cabo actividades delictivas?, ¿moverá cifras de un lado a otro del mundo haciendo ingeniería financiera con un ordenador portátil y un teléfono móvil desde la salita?, ¿acabará sentada en el banquillo de los acusados por formar parte de una organización criminal? Al día siguiente formaliza el trámite y queda tranquila, pues parece que seguirá teniendo acceso a su única cuenta y a la pensión de viudedad que percibe. Y, quienes de verdad la lían, ¿estarán nerviosos y temblando ante esta medida?
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