De justicia es un reconocimiento en Siero a Coppen
En referencia al artículo publicado en este diario el pasado 25 de octubre por Gonzalo Bengoa, en el que el abogado Eradio González Cano, solicitando un reconocimiento para José Antonio Coppen Fernández, encabeza un grupo de vecinos de Lugones y de Oviedo impulsando una campaña de recogida de apoyos tanto de entidades como de ciudadanos a título individual para solicitar al Ayuntamiento de Siero que dedique al cronista oficioso de Lugones la Casa de Cultura de esta localidad sierense.
Me adhiero totalmente a tan atinada como justa petición, creo que merecidísima, pues nadie como José Antonio Coppen en las últimas décadas ha hecho tanto y tan buena publicidad de Lugones como lo hizo este hombre abierto a la cultura, colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, con sus numerosos escritos publicados a lo largo de los años en los distintos medios de comunicación; una recopilación de éstos dio forma a sus libros "Lugones, radiografía de mi pueblo" y "Lugones, latidos de mi pueblo", sus jugosas semblanzas lo definen, tiene en mente su localidad y deja el corazón en sus rincones nativos, se esfuerza por mantener vivo el recuerdo de todo cuanto fueron nuestros mayores de sus costumbres y tradiciones, del paisaje y el paisanaje, lucha para que se promuevan actitudes de respeto y valoración de un patrimonio que recorrió un dilatado período histórico y el aspecto que hoy ofrece falsea la visión que de ello teníamos. Siempre se ha preocupado por el desarrollo de la cultura y trabajado por destacar su localidad y lo ha hecho no solo de palabra con hechos, la realidad lo prueba y de bien probada razón le hacen merecedor a la propuesta que yo reivindico y espero que por parte del Ayuntamiento de Siero y de los ciudadanos sepan aprovechar la ocasión para agradecerle al cronista oficioso de Lugones su importante labor, dando el nombre de Coppen a la Casa de Cultura de la localidad. De justicia es y también es el momento, ya que el reconocimiento oficial a la labor realizada en vida casi siempre se suele hacer una vez entregada ésta.
No es casualidad el momento elegido para dar una sacudida a la ciudadanía, es lamentable que Asturias no tenga un cronista oficial, que en nuestra región nadie quiera implicarse en el laborioso cometido, ofrece excesivas muestras de preocupación. Creo indispensable el cronista en el municipio; sin ellos sería todo muy triste, ver abandonado el pasado, el presente y el futuro de nuestros pueblos, ellos son los guardianes del saber de nuestros ancianos, conservadores de herencias y conductas, son la memoria viva de cuanto fueron nuestros mayores y fuentes de información en las escrituras, esa clase de testimonios que les convierten en documento de excepcional valor. Justo decir que el que nos ocupa, el cronista oficioso de Lugones, debería ser el espejo donde mirarse nuestro cronista oficial en la villa de la capital del concejo, Juan José Domínguez, al que el Ayuntamiento nunca se plantearía arrebatarle el título como a Gracia Noriega o Celso Peyroux, la pluma atada y la lengua amordazada no molestan, pero tampoco le alcanza ningún mérito ni merece figurar como representante de ese lugar donde le han colocado si no mantiene en alto y sin desmayo el orgullo de ejercer ese profundo cometido de defender y divulgar la historia, la cultura y la vida del concejo. He paseado la mirada y la memoria por los años del cronista y la ruta que le conocemos no responde al cumplimiento de sus obligaciones, y así llegamos (alabado sea el Señor) a 2014 y, en él, a una fecha redonda en el recuerdo de las efemérides del municipio: el centenario de la plantación del gran árbol de la Cruz en la cima del monte Picu Castiellu en Marcenado, en la tarde noche de aquel domingo 14 de septiembre, momento histórico que involucró a todo el concejo y ponía de manifiesto un testimonio precioso, signo de unidad de los creyentes, testigo vivo y fruto de devoción quebrada al ser destruida por la brutal dictadura de la guerra civil, que recordarlo ilumina de pura tristeza. Ni una sola palabra del fasto acontecimiento, pienso lo que diría nuestra querida Carmen Ruiz-Tilve, cronista oficial de Oviedo; tendríamos capítulos del histórico acontecimiento. Mejor, señor Domínguez, el abuso de la palabra que la negación, porque el abuso de la lengua mueve un día, pero la censura de la palabra mata la vida de las personas y entierra la esperanza de la raza humana.
Benigno Martínez-Fuego
Marcenado (Siero)
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