A dos años del terremoto de Pisco
A dos años del terremoto de Pisco (Perú), miles de personas todavía siguen viviendo en carpas. El remezón dejó cientos de muertos y damnificados. Para hoy en las ciudades de Ica se esperan marchas de protesta y romerías a los cementerios.
A dos años del seísmo de 7,9 grados en la escala de Richter que sacudió Pisco, Ica y Chincha, dejando devastadas sus ciudades y que se cobró la vida de más de 500 personas, los pobladores de esas provincias visitarán hoy los diversos cementerios de sus localidades para recordar a sus familiares y amigos que fallecieron debido al terremoto.
Desde esa hora, también, cientos de personas realizarán movilizaciones de protesta por la desidia del Gobierno para apurar la reconstrucción de sus viviendas y centros educativos y de salud.
En Ica, además, las puertas de la iglesia del Señor de Luren se abrirán desde las 8 de la mañana para que los devotos y fieles pueden ingresar a ver el estado en que se encuentra ese recinto, cuyas estructuras aún peligran debido a las rajaduras.
A las 6 de la tarde, en Pisco, se celebrará una liturgia en el terreno baldío de lo que fuera la iglesia San Clemente, en donde más de 100 personas perdieron la vida mientras escuchaban misa cuando ocurrió el movimiento sísmico.
Hace unos días, los habitantes de Pisco salieron a barrer las calles en un gesto simbólico destinado a demostrar el rechazo a la supuesta corrupción y los «shows» de reconstrucción montados por el Gobierno.
Los pisqueños, así como los habitantes de las provincias vecinas de Ica e Chincha, también azotadas por el terremoto que dejó 596 muertos y más de 400.000 damnificados, iniciaron así las protestas con que conmemorarán los dos años de la tragedia.
«Si el Gobierno quiere hacer show, nosotros también podemos hacerlo», le dijo a medios locales una mujer con escoba en mano, al ironizar sobre la «coincidencia» de que justo hoy se reiniciarán los trabajos de reconstrucción de una carretera que estaba abandonada desde hacía más de un mes.
Transcurridos dos años del seísmo, la reconstrucción apenas si llega a un 50 por ciento en los sitios en que más se ha avanzado. Los niños siguen tomando clases al aire libre, la reconstrucción de los hospitales no ha comenzado, las carreteras están parcialmente inservibles y miles de personas aún habitan en las carpas, casas de esteras u otros alojamientos «temporales».
En los últimos días, el Gobierno central y los gobiernos municipales se han dedicado a acusarse mutuamente por lo que ocurre, mientras en la población crece la sensación de que todo está asfixiado por la ineficiencia y la corrupción.
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