Abandono, maltrato animal y muerte cruenta
Ante todo, doy gracias al diario LA NUEVA ESPAÑA, periódico que leo desde que tengo uso de razón ya que mi padre (que en paz descanse) fue periodista durante décadas en este periódico; para mí, el mejor.
Esta carta es para denunciar el abandono de los animales, sobre todo cuando llega la época de vacaciones. Aquí, en Proaza, todos los años dejan abandonados, bien en la Senda del Oso, bien al lado de la carretera, a muchos animales. No sólo es un peligro para ellos pues casi siempre son atropellados; también un peligro para los automovilistas.
Voy a contar la historia de “Panchi”, un perro abandonado hace dos años, en el mes de julio. Y yo, como hice muchas veces desde que resido aquí, cuando vi que había sido abandonado, empecé a darle de comer. Su aspecto era simpático, parecía a “Milú” el del cuento de Tintin, pero era un perro triste, y me di cuenta de que no se fiaba de nadie pues no se dejaba tocar, tenía miedo. Esta situación duró alrededor de tres meses, que fue cuando conoció a un perrito de los dueños de un negocio y ya nunca se separó de él. Los dueños del negocio tienen un chico muy majo y lo acogió dándole la comida y tanto “Panchi” como “Nano” corrían por la carretera detrás de la furgoneta del chico y algún golpe de los coches llevaba, pero era tan listo que sobrevivió a la carretera. Era tan gracioso que hasta bailaba. Más tarde estas personas dejaron el negocio y “Panchi” volvió a mí todos los días y volví a darle de comer como al principio, pues sabía que allí tenía ración de comida segura. Cuando yo viajaba a Oviedo, al volver, siempre lo encontraba allí, esperando su ración de comida.
El día 15 de agosto fue el último día que vi a “Panchi”. Pasaron los días y cuando vi que ya no llegaba, me di cuenta de que algo le había pasado: sobrevivió a los coches, pero no a las manos indolentes que se encargaron de hacerlo desaparecer. No se encontró su cuerpo ni nada, pero ya se encargaron los que lo hicieron de no dejar pistas.
Estoy segura de que “Panchi” tuvo una muerte cruenta y desde esta carta hago una llamada al Principado de Asturias para que obligue a los ayuntamientos pequeños a que se junten con los colindantes para tener albergues de acogida, para que los animales abandonados tengan una vida digna, pues aparte de hacernos compañía nos dan cariño y nos alegran la vida pues son seres vivos que dan todo y sienten.
Hoy en día los animales son utilizados como terapia, señal de que valen para algo. ¿No los llevan cuando hay catástrofes para encontrar personas? Ellos llegan a donde no llega el ser humano, por lo tanto se les debe respetar y, como mínimo, no hacerles daño.
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