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El soterramiento en Langreo no será necesario

8 de Enero del 2015 - Julio Velasco Ordóñez (Blimea)

Aclaro con prontitud para no escandalizar: el soterramiento de las vías de ferrocarril en La Felguera no va a ser necesario porque, de seguir así, con un tren arcaico, impuntual, ruidoso, lento, sucio, informal... la línea Gijón-Laviana habrá que cerrarla por falta de viajeros. Y no tardando mucho. Hay indicios racionales para pensar que en algún despacho luminoso y mesetario están programando su liquidación. Luego es inútil continuar con la obra.

Veamos este sutil método para ahuyentar usuarios.

El 25 de noviembre sucedió uno de los tantos incidentes. A los viajeros que íbamos en el tren que salió de la estación (“provisional”) de Gijón a las 17.25, al detenerse éste en El Berrón, se nos avisa de que una unidad había quedado averiada en medio del túnel de Carbayín y que probablemente tuviéramos que continuar el viaje por carretera. Tras más de media hora sin novedad alguna, el tren emprende de nuevo su marcha hasta la estación de Carbayín. Allí nos comunican que están a disposición de los veinte usuarios taxis que nos trasladarán a nuestros destinos. Ya en la carretera, bajo una fina lluvia de esa que en otras latitudes llaman “calabobos” (en esta situación el nombre es adecuadísimo) aguardamos la llegada de los coches y, pasado un tiempo, aparecen dos que, lógicamente, sólo pueden transportar a ocho personas, quedando el resto de los viajeros a la espera de lo que sospechamos es la vuelta de los taxistas. En plena espera se le piden explicaciones a una persona que parecía miembro de la empresa ferroviaria. Con amabilidad pero sin convicción, nos cuenta que a Renfe la han dividido en varias empresas y que dar una solución al problema significa coordinar a tanta gente que se necesita tiempo, mucho tiempo. A esta circunstancia se une la falta de material móvil (¿dónde están las unidades fabricadas para el misterioso tren-tran?). Con la explicación respiramos tranquilos, relajados, contentos al pensar que nuestro caso es sólo de un simple retraso y somos felices al saber que en el túnel no hubo un incendio, un descarrilamiento, un accidente con víctimas. Sólo fue una avería.

¿Cómo acabó la cosa? La unidad averiada fue rescatada y a “los doce náufragos” quiso la casualidad (sí, la casualidad, no la gestión) que el tren que sale una hora después, y que también venía con retraso, nos recogiera.

Termino siendo constructivo, colaborando en dar soluciones. Abandónese la vana pretensión de seguir agujereando el suelo felguerino. Luego, dense 12,13 millones presupuestados para el 2015 a un programa de pago de viajes para jóvenes expatriados con la condición de que éstos no vuelvan hasta su jubilación. Si, por la inercia burocrática y la “presión popular”, se continúa con la obra y se termina, pido que no se utilice al “furacu”; que se rechace la pretensión de esa empresa líder (asesorada por antiguos políticos) para poner en el túnel una plantación de champiñones. Plantación para la que, por supuesto, se solicita que sea subvencionada con “fondos mineros”. ¿Esperpéntico? Sí, claro, estamos volviendo aceleradamente a los tiempos de Valle-Inclán.

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