La Florida y Lugones, lugares de cultura
La Florida ha florecido este pasado otoño con las calles dedicadas a periodistas y escritores. Noble, comprometida, bella y difícil profesión ésta de la jungla del papel diario y del folio en blanco que hay que ir rellenando con ideas, personajes, versos, historias… a golpe de renglón.
Orlando Sanz es uno de ellos y me congratulo de ver su nombre en bronce para indicar que es su calle. Evaristo Arce y Orlando Sanz fueron, entre otros, mis protectores y maestros cuando daba mis primeros pasos -cuajados de ilusión y de dudas- en LA NUEVA ESPAÑA a finales de la primavera del "sesenta-y-ocho". Su "León riente", tomado de la escultura pétrea que monta guardia a la entrada de la Casa Consistorial de Vetusta, dejaba todos los días el pulso irónico y veraz de la benemérita ciudad. Siempre estuvo abierta la puerta de su despacho y el consejo amigo que todo principiante necesita.
También se han acordado de los cronistas. ¡Resulta raro! Olvidados, vituperados y, si pudieran, amordazados. Asturias, sin cronista, y así cincuenta concejos más. ¡Qué torpeza de políticos! Al fin, una luz en el horizonte y una calle bien merecida -por el camino que conduce al molino de Flora- para una buena amiga, cálamo bien tajado y mujer profunda: Carmen Ruiz-Tilve, con quien tanto quiero. Mujer entrañable de verbo elocuente, preciso y precioso. Su pluma dispuesta a la denuncia de la piqueta municipal; a deleitarnos con sus crónicas diarias en nuestro periódico; a leer con fruición las entregas de "Pliegos de cordel"; a mostrarnos en vivo las caras de Jano, flores de noviembre para todos y otros personajes entrañables de Vetusta. Un verdadero gozo nuestros encuentros, cuajados de bellas palabras y de buenos sentimientos.
El buen cronista es aquella persona que investiga, difunde, defiende y da fe de todo cuanto ocurre en su tierra natal, a la que ama profundamente. Cada pueblo, cada municipio, cada barrio tendría que tener su cronista para recoger su historia y todo cuanto acontece en sus calles.
José Antonio Coppen es una de esas personas que llevan consigo todas las características arriba explicadas y, por ello, es el cronista de Lugones, sus quince mil almas y los latidos de un pueblo.
"Urogallo de bronce" por el Centro Asturiano de Madrid, cientos de artículos, libros, iniciativas y proyectos, Morocho -para los amigos, que son muchos- merece un reconocimiento. La nueva Casa de Cultura de su Lugones querido merece llevar su nombre como premio a su labor y para que un día las generaciones venideras recuerden que por la histórica villa pasó un día un hombre de bien.
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