LA NEVA ESPAÑA publicaba el día 31 de diciembre pasado una nota titulada <>. Acompañaba a esta información una fotografía de una galería de la recién restaurada casa que los Hevia tienen en esta villa. Desde ella saludaba el último premio “Príncipe de Asturias” de Ciencias Sociales, Joseph Pérez.
Me causó cierta perplejidad lo de “Carlos V”, porque tenía entendido que en España no había habido ningún rey Carlos que llevase ese número de orden. La rama carlista, que nunca reinó en España, rebasó los límites y llegó hasta Carlos VII. Por si acaso, fui a consultar un manual de Historia y, efectivamente, desde Ataúlfo hasta Felipe VI, ninguno había ostentado este nombre. El último Carlos del que yo tenía noticia era el IV, hijo del ilustrado Carlos III y padre del felón Fernando VII. .
No sé a qué se debe este <> con los Carlos. Quizá porque un <> es superior a un <> y no necesita demostración, o porque el emperador <> más que un rey. Pero se da el hecho de que, en aquel momento, el rey de España “mandaba” mucho más porque en sus los dominios empezaba a no ponerse el sol.
Desajustes como éste se suman a otros que ya están instalados, tanto en la conversación diaria como en los medios. Por ejemplo: el hidalgo de la Mancha nunca dijo a Sancho que se habían > con la iglesia del pueblo, sino que habían <> con ella. Tampoco dejó familia, casa y heredad para arreglar <>, sino para reparar <>. La última <> sobre los dos héroes de Cervantes la leí no hace mucho en un diario madrileño. Seguro que el oso y el madroño todavía no salieron de su asombro: ¡don Quijote y su escudero cabalgando orgullosas, codo con codo, nada menos que con el Cid Campeador! Quien tuvo semejante osadía, en vez de ventilar lo que consideraba una sorpresa con un sencillo <>, va y escribe <>, alusión que mezcla el Quijote con el Romancero, para ver con cuál de ellos quedaba mejor. El texto <>, dice >. No son del caso las circunstancias en que se pronunció. Puede consultarse en <>, de R. Menéndez Pidal. Por último y, según acabamos de ver, no es “veredes”, sino “tenedes”.
En resumen, el conjunto <>, <>, <> y <> pertenece a ese departamento de traspiés que cada uno reserva en su coleto para las grandes ocasiones y los cuatro están condenados a no entenderse ni con la realidad histórica ni con la literaria.
El artículo que dio origen a este comentario se redimía, líneas más abajo, cuando añadía que en aquel aposento había pernoctado en 1517, el que <> emperador Carlos V, después de su desembarco en Tazones. En esa fecha era solo Carlos I de España. Dos años más tarde le llegó “y V de Alemania”. Leí hace años una anécdota sobre dimes y diretes entre reyes y emperadores: un estudiante de los primeros cursos del antiquísimo Bachillerato pide a su abuelo que le tome la lección de Historia. El interrogatorio consistió en unas preguntas (de conocimiento general en aquella época) sobre Hernán Cortés, Magallanes, los Comuneros y Villalar, Francisco I y Pavía, Yuste… Como el estudiante <> que todos estos acontecimientos estaban vinculados al Carlos en cuestión, no dudó un ápice en añadirle la V. ¡Carlos V! Cuando concluyó la prueba, el nieto, muy seguro del sobresaliente, preguntó el resultado. El abuelo, sin vacilar, le lanzó un cortante y seco <>. El berrinche y el pataleo se suponen.
Así que “La alcoba de Carlos I en Villaviciosa se abre al público”.
