Otro torpedo a la Corona
Se lo acaba de dar esa reclamación de paternidad que una supuesta hija le hace a don Juan Carlos I, el cual, al parecer, allá por los años sesenta, tuvo una aventura amorosa con una señora belga cuyo resultado fue esa hija bastarda. Y al torpedo en cuestión le ha dado luz verde el Tribunal Supremo, evidente demostración de que aquí la democracia funciona y pasa a todos por el mismo rasero. Como tiene que ser, cualesquiera que sea la categoría o status social de cada uno. Vaya con los Borbones, en eso de “furtiársela” a la reina han sido siempre muy pillines. Bueno, el abuelo Alfonso XIII, por ahí tiene un hijo de perilla a lo chivo y de corto borbónico, que es su vivo retrato, parecido que creo no se da en esta hija de don Juan Carlos, que tanto ha dado que hablar con sus devaneos con la Corinna, a la que llevaba incluso a cazar pacíficos y bonachones elefantes. Cazata que costó millones mientras aquí, en Celtiberia, la puñetera crisis seguía azotando fuerte al pueblo llano, siempre sufridor y pagano.
Por si fuera poco el torpedo que para la Corona supuso el pringue millonario de Urdangarín y su mujer, la infanta Cristina –a la que ahora le ha salido, al parecer, una hermanastra belga– este otro torpedo pone en más serio peligro la navegación de la monarquía, cada vez más cuestionada y en peligro de naufragio.
La Casa Real tiene que ser un ejemplo en todo para el pueblo, su pueblo, algo que hasta ahora no ha sido así. Por eso, ese pueblo confía y espera que el rey Felipe y su esposa Letizia –ésta, reina procedente de la mejor dinastía, que es la de ese pueblo–, peguen el cambiazo que la Corona necesita y la hagan ejemplar y cercana a la ciudadanía, marcando un antes y un después en la monarquía española, en evitación de un posible naufragio o hundimiento. Que los nuevos y jóvenes reyes lo consigan, y que el anterior rey se esfume y no aparezca en público ni acto oficial alguno. Su representación en la farsa monárquica ha terminado. Telón.
Ricardo Luis Arias,
Aller
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