La democracia, sin peros
Algo pasa en la Unión Europea cuando la convocatoria de unas elecciones libres y democráticas en uno de sus países miembros, Grecia, causa miedo e incertidumbre a sus vecinos y socios, por el mero hecho de votar y no digamos ya por el posible resultado.
Cuando un pueblo soberano, ya sea el griego o cualquier otro, hace uso del derecho al voto, dentro de un marco legal y democrático, no tendría que suscitar en los líderes democráticos europeos ningún tipo de temor y suspicacias, ya que el voto demuestra que la democracia está viva y goza de buena salud.
Desde finales del siglo XVIII los ciudadanos europeos han muerto y luchado por instaurar en sus respectivos países regímenes políticos de signo democrático; en ese largo y difícil camino hasta la actualidad, no han faltado personas o personajes que de un plumazo o a cañonazos, depende del personaje, han querido borrar del mapa de Europa todo signo de democracia.
La sociedad europea tiene el deber y la obligación moral de no permitir a sus dirigentes por muy sutiles que éstas fueran o estuvieran escondidas en las líneas de algunos discursos en pos de una estabilidad económica, dudas algunas sobre lo conveniente de unas elecciones en Grecia y menos aún atemorizar con las posibles consecuencias, todas negativas, de su resultado.
Seguramente a Grecia, como a otros muchos países europeos, se le pueda hacer muchos reproches por su política económica. Cuando en las instituciones europeas se preparaba el rescate griego, los responsables políticos hacían discursos donde alababan la contribución cultural griega a Europa y al mundo, y no dejaban pasar la oportunidad de dejar claro, para el que no lo supiera, que Grecia es la cuna de la democracia.
Entonces ¿qué ha pasado? La democracia y, lo más importante, el practicarla eran tan saludables antes como ahora, la democracia no admite ambigüedades, dudas; la democracia y su acto participativo, el voto ciudadano, se acepta sin poner peros y sin miedos, si la Unión Europea se tambalea por el resultado de unas elecciones legales, libres y ¡democráticas! en uno de sus miembros, la Unión Europea tiene un serio problema.
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