La hucha se está vaciando, y luego ¿qué?
El sábado 24 de enero, LA NUEVA ESPAÑA informaba en su sección de economía de la –a mi juicio– preocupante situación en que se encuentra la llamada hucha de las pensiones o fondo de reserva y nos hacía saber que el pasado año la Seguridad Social había tenido que retirar nada menos que quince mil trescientos millones (15.300) de dicho fondo para hacer frente a sus problemas de liquidez y garantizar el abono de las pensiones; con lo cual el fondo de reserva actual se quedaba en torno a los cuarenta y siete mil setecientos (47.700) millones, lo que supone que, de seguir disponiendo del dinero del fondo al ritmo actual, en tres años nos quedamos con la hucha vacía.
Entramos en año electoral y no estaría de más que los partidos políticos, en sus programas electorales, nos explicaran a cara descubierta, sin demagogia ni tapujos, cómo piensan resolver este grave problema, que no sólo se nos avecina sino que ya lo tenemos encima. Teniendo en cuenta que nuestro sistema de pensiones es de reparto y que se nutre de las cotizaciones de los pocos que aún están en activo y de las empresas que les dan trabajo, cualquiera puede pensar a bote pronto, que lo fácil sería subirles las cotizaciones a la Seguridad Social; pero eso supondría cargarles aún más el peso que soportan tanto empleados como empleadores. Otra solución podría ser destinar cada año vía Presupuestos Generales del Estado, una partida equivalente al déficit que en cada ejercicio haya generado la caja de pensiones; pero esto supondría cargar sobre el conjunto de los ciudadanos, vía impuestos, un coste del que sólo nos beneficiaríamos los pensionistas; y seguro que más de uno juraría hasta en arameo contra los abueletes y cuantos otros cada mes pasamos por la caja de la Seguridad Social.
De manera que el problema no se presenta fácil de resolver, razón más que suficiente para que quienes tienen parcela de responsabilidad en el asunto empiecen cuanto antes a estudiar la fórmula viable y adecuada que solucione a tiempo tan grave problema. Meter la cabeza bajo el ala e ir dejando pasar la cosa, a ver qué pasa, sólo servirá para que el problema se agrave aún más y la situación se haga insostenible.
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