En recuerdo de Ángel Vega Priede
Te fuiste el 20 de diciembre, y no como tú querías, porque tu discreción no coincidió con la forma de tu ida, que fue noticia en los medios de comunicación, cosa que seguro no te gustó pero fue así. Te fuiste en el sitio que adorabas, la montaña, “tu montaña”, en tu Amieva del alma.
Todos los fines de semana nos íbamos a la “casina”, tu casa, en tu pueblo, en nuestro pueblo Cirieñu; el pueblo más guapo del mundo decíamos siempre que íbamos, siempre nos repetíamos. ¡Qué bien lo pasábamos! Tú tenías tus pequeñas tertulias por el pueblo, por la Paraya, el Colláu, Barriomediu, la partida en Corigos... tenías tu ambiente en la huerta, segabas, recogías manzanas en Valdefanu. El caso era no estar en casa, siempre entrastiabas por allí. Te preocupabas mucho, hasta el último día, de que tuviese leña para la chimenea y que estuviese bien. Que saliera a caminar con Pepa o Geli, que luego fuera a la asociación a tomar café... éramos un complemento tremendo hasta el domingo que volvíamos a Oviedo, siempre con ganas de que llegara de nuevo el viernes para regresar otra vez.
Pero aquel sábado, no sabíamos que sería el último que estaríamos juntos. Saliste corriendo como era habitual, siempre ibas tarde. Yo te dije: ten cuidado, pero siempre te lo decía pensando en el coche y nunca en la montaña. Siempre te creí buen montañero, eras ágil y deportista, sobre todo en tu zona.
A menudo me decías que tenías muy poca familia, tu hija, yo y tres primos más. ¡Qué equivocado estabas! Todo tu pueblo, desde donde empieza hasta la Collada donde termina, estuvieron con nosotros: Pen, Eno, Villaverde, tu cuadrilla, a la que apenas pude ver, sintiéndolo mucho ya que ayudaron en todo momento. En fin, todo tu pueblo y, por supuesto, familia, porque allí todos sois familia: de Gijón, de Barcelona... No quiero nombrar a nadie por si omitiera a alguien y no se lo merecen. Todo tu concejo estuvo con nosotros, mis amigos del Nalón, Primaria área IV, compañeros del Samu y Sespa, la Lila, amigos de muchos años y otros de hace menos tiempo. Todos estaban acompañándonos. Y, por supuesto, tus compañeros, tu gran amigo de los miércoles del tenis, compañeros del INSS, de la Minería, ISM y por supuesto grandes compañeros de Tesorería, excepto dos o tres personas muy ‘’tóxicas’’ a las que invité a salir de la sala del tanatorio. No lo podía permitir. Personas que se jactan de legales y amantes del prójimo y que obran de manera totalmente opuesta, no tienen ningún tipo de cabida y ellos saben los motivos.
Nos dejaste a todos muy vacíos, y a tu hija y a mí con una vida sin sentido, muy difícil de seguir con tu ausencia. Pero ¿sabes, cariño?, tu hija sólo sabe repetir que no le quedó hasta ahora nada por hacer con su padre. Contigo esquió, jugó al tenis, hicisteis vela, equitación, bicicleta, nadar, buceo, excursiones... todo lo que quería hacer con la edad que tenía. También la viste trabajar en su profesión, eso sí, en otro país, porque éste está hecho un desastre. Ahora te está escribiendo en un cuaderno con la carátula de Franz Kafka, escritor del cual tienes sus obras en casa.
Siempre fuiste muy culto, curioso, empedernido lector, inquieto, deportista, un padre maravilloso y un marido especial.
Tu hija perdió un padre, pero tiene una vida a seguir, difícil sin duda.
Yo me quedé totalmente coja, sin saber muy bien qué hacer, llevo treinta y siete años contigo, y Carmen y yo te necesitamos cada día más.
Estés donde estés con nuestro hijo, ayúdanos a seguir en esta ingrata y durísima vida que nos tocó vivir a ti y a mí, y que ahora tengo que seguir yo sola con tu hija.
Gracias al equipo de rescate que intervino, y gracias a tantísima gente que estuvo con nosotros despidiéndote.
Te quiero muchísimo, Ángel Vega, y tu hija Carmen Vega te adora, adora a su padre.
Hasta luego, amor mío.
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