Lo que hay que aguantar
Soy un futuro estudiante universitario. Uno más. He sido, al igual que mis compañeros, mareado por las casi constantes reformas, los cambios de asignaturas y todos los demás embrollos a los que hemos sido sometidos por los sucesivos ministros del ramo. Y todo ¿para qué? En teoría, para mejorar la calidad de nuestra enseñanza o para adaptarnos al resto de países europeos.
En el tema universitario se ha pasado de carreras de cinco años a las de cuatro años, con el consiguiente problema para los estudiantes que comenzaban una carrera, que la estudiaban o para los que tenían títulos anteriores. Y ¿cuál era la razón? Creo recordar que para equipararse a Europa con las carreras de cuatro años, con las molestias incluidas.
Pues esta semana, señoras y señores, como si estuviésemos atrasados respecto a Europa una vez más, parece que es necesaria una nueva reforma y parece que ahora las universidades podrán elegir si imponen carreras de tres años.
¿Qué nos han vendido esta vez con este cambio? En teoría, otra adaptación a Europa, ya que... bla, bla, bla. Lo mismo de siempre.
¿Y qué conlleva este cambio? Que los mismos de siempre y los más interesados puedan seguir ganando dinero a costa de los estudiantes, que se ven obligados a pagar las tasas de los años de carrera más un máster.
El máster... ¡Qué gran invento! Con esta reducción de años los másteres son los beneficiados y ahí es de donde se nos va a sacar el dinero a todos. Porque a pesar de haber una teórica reducción de años, el importe puede subir ¡hasta en un 20 por ciento!
¿Y qué es, que nadie ha pensado en las familias con los recursos económicos más limitados? ¿Vamos a tener que hipotecarnos como en algunos países para poder recibir educación? ¿Es necesario disponer de una relajada posición económica para poder estudiar?
En mi opinión, no, y de paso creo que nadie tendría que dejar de estudiar por problemas de falta de dinero.
Este país comenzará a avanzar el día en que primen los intereses en pro de la sociedad por encima de los económicos, y hasta entonces no se podrá salir de este pozo en el que estamos metidos.
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