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No nos sigan defraudando

9 de Febrero del 2015 - Luis Carlos Méndez Fernández (Tapia de Casariego)

El señor González Pons debería de medir mucho más sus palabras, pues hace unas comparaciones que resultan odiosas y que no vienen a cuento. Aunque parece que en política todo vale, al ciudadano de a pie, a las personas normales no les resulta de su agrado ciertas afirmaciones y silogismos que partiendo de ciertas premisas, llegan a unas conclusiones totalmente fuera de lugar, que pueden ofender a muchas personas, pues llevan implícito un cierto desprecio a los que no piensan de igual modo y además, constituyen un insulto a la inteligencia humana.

Un ejemplo de ello fue con motivo de las recientes elecciones griegas, que me consta hay mucha gente española que sí le gustó que las hubiese ganado Syriza por ser contraria a los criterios de austeridad que marca la troika en Europa y no es partidaria para nada de Batasuna ni del dirigente Arnaldo Otegui.

No vale todo. Preocúpese de hacer las cosas bien, céntrese en hacer dignamente su trabajo como representante español en la eurocámara, proponga soluciones a los problemas reales, diga lo que va a hacer sin engañar y deje de amedrentar a los ciudadanos con términos belicistas y catastrofistas, pues después de haber soportado a muchos de Vds. durante bastante tiempo, los ciudadanos ya están curados de espanto, les dan muy poca credibilidad e infundiendo miedo no van a conseguir que cambien el sentido de voto, quizá mas bien todo lo contrario.

Si su agrupación política y alguna otra, según las últimas encuestas bajaron tanto en intención de voto, reconocerán que algunos graves errores habrán cometido, pues incluso algunos de sus compañeros y otros cargos públicos y representantes de entidades nombrados por los políticos, metieron la mano donde no debieron con la connivencia de otros muchos supervisores. Por todo ello y mucho más, el pueblo soberano se siente defraudado y engañado y para volver a recuperar su confianza, no se consigue simplemente tratando de desprestigiar al resto de adversarios políticos. Si en vez de utilizar gran parte de su tiempo en despotricar contra los demás partidos, lo aprovechasen mientras gobiernan para hacer lo que deben y usar los parlamentos buscando los mayores consensos posibles que dieran una mayor estabilidad tanto política como económica y social y así intentar cambiar las cosas a mejor, para que los ciudadanos nos sintiéramos protegidos, otro gallo les cantaría. Pero precisamente el rigor, el control y la excelencia, por desgracia en los últimos tiempos no es lo más frecuente en el ámbito político y no se ven perspectivas al menos a corto plazo de que esa inercia cambie.

Otro tanto de lo mismo le sucede al ministro Sr. Montoro, pues en vez de dedicarse a los suyo, utiliza su púlpito para dar explicaciones torticeras y sesgadas de lo que le interesa y se calla todo lo que le conviene, que no es poco. Sea más coherente y ejercite su puesto correctamente, como corresponde a su rango, sin dejar caer informaciones y de hacer filtraciones interesadas de datos de personas ante los medios de comunicación, que no buscan más que querer generar dudas respecto a sus adversarios políticos, en beneficio propio, intentando desviar la atención de lo que internamente más le preocupa, pero que en definitiva, no ayudan a clarificar las cosas. Sin ningún tipo de mesura, parece que vale cualquier espacio y momento para intentar sacar rédito electoral.

Si de verdad, por razón de su cargo, o por el motivo que sea, dispone de información privilegiada o lo que sea, o tiene la evidencia o el conocimiento de casos, instituciones, entidades o personas que pudieran haber tenido una conducta delictiva o punible, póngalo en conocimiento de quien corresponda, ya sea la justicia o el órgano supervisor que corresponda, pero no nos maree más la perdiz, déjese de frivolidades y por favor, tampoco deje su casa sin barrer.

Estas personas, son solo dos claros ejemplos de intentar manipular la opinión pública, de lo que no debe de ser lo normal y los nombro, por ser representantes del equipo de gobierno actual, pero podría haber nombrado a otras muchas personas del mismo partido y de otros que no gobiernan, que omito para no extenderme demasiado.

En las últimas encuestas publicadas por el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) en su barómetro del mes de enero, la valoración otorgada a los principales líderes políticos no puede ser peor, pues no aprueba ninguno, siendo la valoración de los líderes de los dos principales partidos políticos con mayor representación parlamentaria de 2,24 y de 3,68 respectivamente. Y lo que es peor, el grado de confianza sobre la percepción de la situación actual no deja de ser negativo.

Desgraciadamente (o gracias a Dios, según se mire) se acercan las próximas elecciones y es ahora cuando salvo contadas excepciones, de verdad les empezamos a interesar los ciudadanos a los políticos. Nosotros tendremos que hacer una profunda reflexión y hacer uso del sufragio activo que nos corresponde, que nunca debería de ser un cheque en blanco, como casi sucede ahora, que una vez que les otorguemos nuestro voto y resulten elegidos se olviden de todo lo que nos habían prometido.

A partir de ahora, empezarán a sacar algún as de la manga y lo irán soltando de forma controlada a través de los distintos medios de comunicación, cada poco tiempo y hasta justo antes de las elecciones, para así desviar la atención de lo mucho que tienen que ocultar y no sacar sus propias vergüenzas al aire.

Déjense de hacer la foto como si alcanzaran algún logro importante ante la sociedad. La cultura del acuerdo, sí, pero no los pactos Express como el alcanzado esta semana por los dos partidos actuales mayoritarios contra el yihadismo para reformar el código penal. Pacto alcanzado sin ningún tipo de debate ni posibilidad de enmiendas. Creo no confundirme mucho si digo que casi la totalidad de la población española está en contra del yihadismo, pero este tipo de actuaciones en caliente, sin el debate necesario, no creo que sean lo mejor, pues pueden conducir a errores e incluso pueden acarrear algún deterioro democrático.

En España, siguen imperando las listas cerradas, lo cual supone que los grandes partidos políticos con mayor representación parlamentaria, controlen férreamente a sus diputados, exigiendo en sus votaciones salvo contadas excepciones, la disciplina de voto, escudándose en que quienes concurren a los comicios se comprometen con el programa electoral, al que deben ser leales, aunque la Constitución claramente establece que los escaños pertenecen a los parlamentarios electos. Esta lealtad al programa electoral anteriormente aludida, luego claramente la incumplen los propios gobernantes ante los ciudadanos y las bases de sus partidos políticos y no pasa nada, porque son ellos mismos los que también controlan el propio partido.

¿Tendrían que dimitir en estos casos los gobiernos en bloque por incumplimiento del programa electoral? Los grandes partidos políticos tienen reglamentos internos, que sancionan severamente las posturas de los parlamentarios discordantes, pero ¿quien fiscaliza al gobierno generalmente formado por miembros de su propio partido?

En la presente legislatura y hasta la fecha, el grado de incumplimiento de promesas electorales es notorio y relevante, por ser aspectos que afectan de forma muy directa a la mayor parte de la población y sobre manera a las clases menos pudientes, empezando desde la promesa fallida de bajada de impuestos (todo lo contrario) y siguiendo por los recortes llevados a cabo en los servicios que más afectan a la ciudadanía, como son las pensiones, la educación, la sanidad y los servicios sociales. Todo ello, sin olvidarnos de las cifras astronómicas existentes de parados y otros aspectos, como la política llevada a cabo en relación a la banca, los desahucios y la corrupción.

Hasta tanto en cuanto no haya listas abiertas y sin disciplina de voto en las deliberaciones parlamentarias, esta pseudo democracia, seguirá siendo una democracia más partidista y menos representativa de los ciudadanos. De continuar así, permanecerá secuestrada por los grandes grupos de poder económico nacional y supranacional, con gran influencia en los nombramientos de los candidatos y en las decisiones de los políticos, que contribuyen al incremento de las desigualdades sociales y con escasas repercusiones beneficiosas para los ciudadanos.

En manos de los partidos políticos y de los futuros aspirantes a ser nuestros representantes políticos está la posibilidad de cambiar esta situación, que por otra parte es una demanda ampliamente respaldada por la sociedad. ¿Por qué no se ponen de acuerdo y cambian la ley electoral?

Aprovechen esta oportunidad para acercarse a la ciudadanía, intenten ganar nuestra confianza, pero no utilicen el leguaje soez, la ramplonería y crispación como moneda de cambio, pues los españoles seguimos sufriendo y no hay mucho tiempo que perder, aunque quizá desde sus peldaños y debido a la distancia no alcancen esta visión.

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