Areces, en la comisión del caso Villa
Dentro de la rueda de comparecencias circenses por el latrocinio del sindicalero Fernández Villa, tal como vengo argumentando hace muchos años, el mayor cáncer de la política asturiana contemporánea (véase mi artículo en este medio, del 30-07-2012), el exdesgobernante Areces ha defendido su gestión al frente del Gobierno del Principado. Y ha dicho, además, sentirse muy orgulloso de su tarea como presidente.
Hay que tener vergüenza cero para, al menos, no reconocer una parte de su fracaso como presidente asturiano, connivente, por tanto, del rosario de corrupción y desgobierno de la Administración socialista asturiana en los últimos treinta años. ¿Se siente Areces orgulloso de haber nombrado a su camarada comunista Iglesias Riopedre, principal responsable del latrocinio de la Consejería de Educación, cuya sentencia y devolución de lo robado está pendiente cinco años después?
¿Está orgulloso Areces de haber presidido un Gobierno que ha despilfarrado más de 800 millones de euros de los fondos mineros, válidos para poco más que la prejubilación de mineros cuarentones, sindicaleros de medio pelo y patulea semejante? ¿Orgulloso, mientras tanto, de la sentencia de la Mina de La Camocha por fraude?
¿Está orgulloso Areces de los costes triplicados del precario HUCA o del Muselón, ahora también investigado por la justicia? ¿Está orgulloso Areces de haber nombrado ilegalmente a su segunda esposa directora del Instituto Adolfo Posada, para cuyo cargo no tenía la titulación universitaria precisa? ¿Está orgulloso Areces del rosario de museos, centros de interpretación y demás escenarios titiriteros que, o no se han inaugurado todavía, o se tambalean por falta de previsión y despilfarro del erario regional?
¿Está Areces orgulloso de la no convocatoria de cátedras en la Enseñanza Secundaria desde hace más de veinte años? ¿Orgulloso de que sus camaradas socialistas catalanes nos hayan robado a los asturianos todos los documentos históricos de Asturias archivados en Salamanca?
¿Orgulloso de los más de 300 puestos de alta dirección que nombró a dedo y anulados por la justicia asturiana? ¿Orgulloso de su continuo incremento de parados asturianos, con la connivencia de su camarada Graciano Torre, hasta alcanzar los 100.000? ¿Orgulloso de haber implantado ilegalmente el “céntimo sanitario” (impuesto revolucionario), también reprobado por la justicia, que nos otorga a los asturianos el derecho a su devolución, y que la pesadilla de Rodríguez Zapatero prometió suprimir en su último esperpento de Rodiezmo?
¿Orgulloso de haberse inventado cargos ya suprimidos por inválidos, como el de la Defensora del Pueblo Asturiano, con sueldo millonario para la hermana de la ex alcaldesa gijonesa Felgueroso, con un currículum de jurista de cuarta división? ¿O tal vez de otros inventos fallidos y despilfarradores, como la Delegación de Asturias en Madrid o en Bruselas? ¿Está orgulloso Areces del escándalo de la adjudicación fraudulenta de la empresa del agua Aquagest en 29 concejos asturianos, la mayoría de ellos socialistas, investigados por la justicia?
Orgulloso del fraude del Niemeyer, destapado por el Gobierno de Álvarez-Cascos. Pues eso, tan orgulloso debe sentirse Areces que, por si acaso, ha preferido ejercer de culisedente de otro órgano inválido y derrochador como el Senado. Claro está, con el aforamiento consiguiente. Por todo, muy agradecido, querido expresidente.
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