Niños y niñas soldados
El 12 de febrero -Día Internacional Contra la Utilización de Niños y Niñas Soldados- es una buena fecha para recordar que millones de niños y niñas se ven envueltos, en todo el mundo, en conflictos de los que no son simplemente testigos, sino el objetivo. Algunos caen víctimas de ataques indiscriminados contra civiles, otros sufren los efectos de la violencia sexual o de las múltiples privaciones que los exponen al hambre y a las enfermedades. Pero también miles de menores se ven obligados a formar parte de un grupo armado o incluso se les recluta con fines sexuales.
No hay cifras fiables del número de menores soldados en el mundo. Según datos de Naciones Unidas, en 2014 al menos se reclutaban niños y niñas soldados en casi 20 países como Nigeria, Siria, Afganistán, Colombia, República Democrática del Congo, Malí o Yemen. Aún más difícil resulta obtener datos sobre las niñas soldado debido a las condiciones particulares en que son reclutadas y a los prejuicios de género que contribuyen a su invisibilización como combatientes.
La guerra y la violencia se tornan una situación normal, la única que muchos menores han conocido en países con conflictos bélicos. Algunos son secuestrados en la calle o sacados de las aulas; otros muchos son forzados a salir de sus casas a punta de pistola, mientras unos padres angustiados los ven partir sin poder hacer nada; otros son reclutados mientras juegan cerca de casa o caminan por la carretera. Los niños y niñas aportan "ventajas adicionales" a las bandas armadas, ya que obedecen sin rebelarse ni organizarse, son fácilmente reemplazables, además de fanáticos en su adhesión al grupo. Son obligados a servir como señuelos, detectores de la posición enemiga o guardaespaldas de sus comandantes. A menudo, también se utiliza a niños y niñas como porteadores de la munición, el agua o los alimentos y como cocineros.
Existen diferencias importantes en las razones por las que niños y niñas pueden ser reclutados y las funciones que se les asignan. Por ejemplo, a las niñas, además de para combatir, pueden reclutarlas como esclavas sexuales o para desempeñar tareas de servicio de distinto tipo. Los programas de rehabilitación muestran mayores dificultades para abordar las secuelas derivadas de las situaciones de violencia sexual, embarazos, abortos y pérdida de hijos, así como la discriminación por género vivida por las niñas. Cuando tratan de reintegrarse, ellas son repudiadas por sus familias y comunidades precisamente por haber sido objeto de esos abusos, haber quedado estériles, contraído SIDA u otras enfermedades, padecer distintas secuelas en sus órganos sexuales
Amnistía Internacional ha solicitado reiteradamente a los gobiernos y a los grupos armados implicados en conflictos que pongan fin al reclutamiento y uso de niños y niñas soldados, así como su cooperación con todas las iniciativas para su desmovilización. Los líderes políticos y comandantes militares adultos responsables de ordenar, fomentar o aprobar abusos contra los derechos humanos cometidos por los menores que estaban bajo su control tienen la máxima responsabilidad de estos crímenes y deben comparecer ante la justicia (el Estatuto de Roma que rige el Tribunal Penal Internacional tipifica como crimen de guerra el reclutamiento de niños y niñas menores de 15 años).
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