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La cruda realidad

14 de Febrero del 2015 - Irene Menéndez (Oviedo)

Hoy me ha sucedido sin lugar a dudas uno de los hechos más vergonzosos que he vivido en lo que llevo de vida. La gente está llena de buenas intenciones, pero sin medios para llevarlas a cabo. Nos estamos quejando continuamente de las injusticias que suceden en el mundo pero, a la hora de ayudar, nadie mueve ni un solo dedo. Por desgracia, una amiga mía presenta signos medianamente avanzados de anorexia, está metida en uno de esos famosos foros de “Ana y Mía”, esas páginas que animan a las niñas a adelgazar y buscar sus defectos (otro hecho vergonzoso, ¿dónde está el Defensor del Menor?). Yo y otras dos chicas nos dispusimos a ir a una asociación en la cual nos pudieran informar sobre cómo podemos ayudar y empezar a tratar el problema de nuestra amiga. La primera traba que nos encontramos fue que en internet venía el nombre de una asociación que había dejado de existir hace cinco años. Después de andar dando tumbos por Oviedo preguntando por la famosa asociación, nos dirigimos al Centro de Salud de el Cristo para preguntar sobre una asistente social o un psicólogo que nos pudiera aconsejar. Nos mandaron ir al Centro de Salud de la Ería, a la planta de Salud Mental. Como era por la tarde, ya estaba cerrado, y tuvimos que entrar por urgencias (después de unas discrepancias con una asistenta a la cual fuimos a preguntar por la entrada y que nos atendió de malas maneras). La gota que colmó el vaso sucedió a continuación: tuvimos que esperar a que la administrativa que estaba en la recepción del ya nombrado centro de salud terminara su charlita con la amiga que tenía al lado para que nos atendiera, y cuando le contamos el caso se rio de nosotras en nuestra cara, se rio totalmente de nuestra causa, y nos dijo que no había nadie que nos fuera a ayudar ya que somos menores y nadie nos iba a dar explicaciones. Nos preguntó que si “nuestra amiga no tenía padres”, se sobreentiende que si vengo yo a preguntar será porque lo primero es mi amiga, y lo segundo no tiene una buena situación en casa. Me parece una vergüenza que en un centro de salud público (la hora del suceso fue aproximadamente las cinco, por si alguien lee esto y se le abre una amonestación a la trabajadora), haya gente como esta señora; que en un centro que se sustenta gracias a los impuestos que pagamos todos los españoles no haya nadie que me pueda ayudar cuando voy llena de buenas intenciones a un lugar en el que se supone que lo primero es la salud de las personas. Soy una aspirante de estudiante de Medicina, y si quiero pasarme la vida estudiando será porque quiero ayudar y salvar la vida a la gente, no echar para atrás a alguien que quiera hacer un buen acto. Con personas así se quitan las buenas intenciones. Cuando haya sucedido una desgracia (Dios no lo quiera), nos llevaremos las manos a la cabeza. Hasta entonces seguiremos aguantando sucesos similares en los que en un sitio interesado en la salud de las personas no se mueve ni un dedo para ayudar en un problema tan grave como es la anorexia.

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