Indignación y Universidad
Más allá de las fronteras, sobrepasando métodos y estructuras falsables ya atrasadas, hace ya más de 60 años que se ha estudiado el permanente cambio de las ocupaciones y su forma acelerada de hacerlo para establecer un enfoque ocupacional y una formación permanente de posgrado con que afrontarlo. Acá de nuestras fronteras, sin embargo, todo parece vibrar en el mismo sitio absorbiendo mucha energía sin evolucionar: somos refractarios e incapaces de alcanzar el punto de fluidez que nos haga adaptativos para facilitar el desarrollo de los sistemas productivos con progreso de la sociedad. El fundente necesario para conseguirlo, el formativo concepto ocupacional, es constantemente bloqueado sin explicarse ni aplicarse. Hace más de 30 años debió de hacerse general, pero sólo el Ministerio de Trabajo lo desarrollaba entonces y ocurrió que en 1984, gobernando Felipe González, se decretó que los funcionarios docentes de tal formación ocupacional ya no eran docentes. Se denigró el concepto ocupacional público con medios propios y el dinero público se fue a un sector privado sólo interesado en justificar sus ingresos sin ánimo de lucro. Otros más atrevidos como el INCUAL decretaron la inexistencia de contenidos formativos de posgrado más allá de su única reconocida y generalista formación inicial de grados. La insensatez de no dar importancia al concepto de posgrado ocupacional se ha instalado en la sociedad, en el Ministerio de Educación y Ciencia, y en nuestras universidades: no se quiere contar con el análisis ocupacional que hay más allá de las fronteras académicas. Sensato hubiera sido hacerlo hace 30 años, pero seguir sin pensarlo 15 años después del proceso de Bolonia con el EQF siendo ya ineludible y esperar a 2017, vamos... Es una insensatez.
Ahí fuera hay puestos de trabajo agrupados en ocupaciones superiores y tener un empleo en alguna de ellas es lo que todo alumno universitario va buscando. Quizá pueda alcanzar el doctorado (de 120 a 180 ECTS) en alguna como: doctor/a en Ingeniería del Software de N 8 EQF, pero si no lo alcanza se queda en la ocupación superior a secas: ingeniero/a del Software N 7 EQF, tras haber hecho el máster (de 60 a 120 ECTS, media 90) de Ingeniería del Software y con al menos 300 ECTS (suma de la media 210 ECTS del grado y la media 90 del máster); claro que si no hace el máster y se queda con su grado universitario en Ingeniería Informática (de 140 a 280 ECTS, media 210) será un informático/a que hará posgrados específicos de N 6 EQF para alguna empleabilidad; y si no ha terminado el grado o sólo tiene el CFGS (de 120 a 150 ECTS) podrá ser el técnico/a de Aplicaciones Informáticas de N 5 EQF que ayudará a todos los anteriores, tras especializarse en alguna ocupación. Aquí me he centrado en la "informática", pero podría ser otra materia; según la materia o las ocupaciones, así serán los itinerarios y su acumulación de créditos ECTS. Pero fíjense que en el EEES no sólo existe la dimensión académica (CFGS y grado), sino también la dimensión ocupacional y dual (posgrados y másteres) para la empleabilidad ocupacional. Negarse a admitirlo para retrasarlo a 2017, cuando ahí fuera están ya en post Bolonia sacando ventaja, es una locura.
(PS.: Con todo esto, también el INCUAL se ha lucido en insensatez)
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