La dama azul
Estimado director,
He leído con curiosidad y no poca nostalgia el reportaje de Miquel Silvestre publicado el domingo en su periódico y titulado "La ciudad del cielo". Como su autor, yo también he recorrido en varias ocasiones el estado de Nuevo México en busca de algunos de sus misterios y, de alguna manera, varios de mis libros están conectados con esa región del planeta. La razón de estas líneas no es solo, pues, para felicitar al autor por rescatar del olvido una región tan vinculada históricamente a España, sino para precisar un dato. En su texto, Silvestre visita la misión de Isleta Pueblo y refiere la leyenda de una misteriosa "dama azul" que convirtió a los nativos antes de la llegada de los franciscanos. Esos hechos, por legendaria que parezca la historia, tuvieron lugar realmente a principios del siglo XVII y terminaron recogidos en un documento impreso en Madrid en 1630, por orden de Felipe IV, conocido como "Memorial de Benavides". En él, fray Alonso de Benavides, primer padre custodio de Nuevo México, recoge la sorpresa de haberse encontrado con tantas tribus evangelizadas por ese misterioso "espectro" femenino. De hecho, será él mismo quien ese mismo año, llevado por los rumores de una religiosa capaz de bilocarse o estar en dos lugares a la vez, viajará a Ágreda (Soria) para interrogar a sor María de Jesús, abadesa del convento de las concepcionistas de esa villa. Tras dos semanas de conversaciones, el buen fraile terminó convencido de que sor María de Jesús fue, sin duda, la "dama azul" vista en América por los indios.
Pero hay algo más: en 2008 la villa soriana de Ágreda se hermanó con el Estado de Nuevo México a resultas de este episodio. En el Suroeste de EE.UU. el "Memorial de Benavides" es tenido como una suerte de "carta fundacional" del territorio y la "dama azul" como su patrona, pese a que la religiosa aún no es considerada beata o santa por la Iglesia. Creo que a sus lectores esta precisión puede serles de interés, como también saber que en Ágreda se conservan las cartas que esta mujer intercambió con Felipe IV, su cuerpo incorrupto desde su muerte en 1665 y, claro está, la bandera de Nuevo México ondeando en su ayuntamiento.
Reciba un cordial saludo,
Javier Sierra
Escritor. Autor de "La dama azul" (Planeta).
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