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Me da miedo la religión

2 de Marzo del 2015 - Faustino Álvarez Pérez-Manso (Oviedo)

Comoquiera que en la época de Darwin la sola idea de pensar en la teoría de la evolución se escapaba al entendimiento normal, es de suponer que la idea del ateísmo rozaba el surrealismo filosófico, aunque personajes que lo planteaban habíalos, como las meigas. Así, Darwin era agnóstico sotto voce. No combatía la idea de Dios dominante en aquella época, y prefería dedicarse a su ciencia, dejando a Dios para otros.

Dicho a la cara, el tema se basaba en que la ignorancia todavía era muy poderosa, y sus representantes dominaban los canales de comunicación de la demagogia con la habilidad innata de los imbéciles dirigiendo un rebaño de idiotas con orejeras.

Dado lo dicho, la religión surgió como una herramienta más de dominación, en general. No del pueblo, que como tal concepto apareció en tiempos relativamente recientes, sino de la masa, del rebaño, en un tono deliberadamente peyorativo. Y en conjunción con otras herramientas de poder, como la fuerza y habilidad, en un principio, nacimiento y herencia, después, forjaron un sistema de gobierno que perduró durante milenios desde que el hombre descubrió su faceta social. La maravilla que nuestra inteligencia forjó, el lenguaje, la comunicación, la participación de todo el género humano en la experiencia que hizo de nosotros los dominadores del planeta-mundo, conllevó otros aspectos consustanciales y no tan agradables, pero imprescindibles en nuestra evolución: la capacidad de utilizar a los demás en nuestro beneficio, la perversión de la naturaleza por la inteligencia. La bondad no es inteligente, es una cualidad anómala del ser humano. Lo causal de la inteligencia es el egoísmo, no el altruismo.

Y fruto de ello era la necesidad de un control absoluto. Y tal control lo tiene que ejercer algo más transcendente que nosotros: los dioses, los seres divinos, antropomorfos para que los visualicemos, pero todopoderosos, y que únicamente querían el bien de la masa para un premio también transcendente. Era necesario el sacrificio en esta vida para triunfar en la prometida.

Y sentado lo anterior, todo lo inexplicable tenía su razón en tales dioses que, casualmente, siempre favorecían al monarca de turno y a su pléyade de dirigentes, fuera el que fuera, pero ésa es otra cuestión.

Hete aquí que la Humanidad fue averiguando cosas que restringían el seguro de vida de la religión para los dirigentes y todos los que convenían con este grupo. Y a pesar de los intentos casi siempre brutales de detener la curiosidad humana, póngase el ejemplo que se quiera, la ciencia avanzó, y continuó cercando a la estulticia en que fue degenerando la religión. Pero los estultos continuaban en el poder, y la religión fue, y es todavía, muy conveniente.

Finalmente, la religión, sea cual fuere, quedó como un resto nostálgico que une cierto tradicionalismo secular, e incluso a nacionalistas aburridos, patriotas desencantados y oprimidos sin capacidad de expresión. Es el último bastión cuando la política no es capaz de explicar sus mentiras. El asa de los brutos, el hacha de los bastardos, la droga que vuelve superiores a los desnutridos de ciencia.

Ya poco queda que la ciencia no explique de las preguntas que la religión utilizaba para amedrentar. Y tales preguntas las responderá. Surgirán otras, pero la religión no tiene ni conocimientos ni capacidad para hacérselas. Surgirán de la propia ciencia y se responderán por ella. La religión ahora permanece como lo que es: una opción. Una idea romántica para algunos y una droga psicotrópica para otros.

Ya no es que Dios exista, y te reto a que me demuestres lo contrario. Es que quiero que exista aunque me demuestres lo contrario.

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