De cara a unas elecciones circulares
Analizando todos los períodos electorales, a partir de las primeras celebradas tras la Transición, no encuentro ninguna que reúna la importancia, por atípica, de las próximas, a celebrar en este año.
La irrupción, tras una realidad que fueron las europeas, de una izquierda mezcla de marxismo, boliviarismo y antisistema las convierte en algo distinto a las anteriores en todos los ámbitos: municipal, autonómico y nacional. Pues no se va a debatir en todo el período electoral ni con sentido común, ni con realismo y menos de la sociedad del bienestar. Todo lo contrario, serán sólo los discursos de corte totalitario, alrededor de un líder que en un círculo grande ha metido varios pequeños. Pero que ninguno de estos se sale de la circunferencia por él trazada.
Tendremos que oír lo que nunca en ocasiones anteriores hemos oído. Compromisos utópicos, entrelazados en discursos mesiánicos, basados en una visión interesada de la realidad. Propuestas irrealizables a poco que usemos el sentido común y la racionalidad. ¿No es, acaso, un sinsentido el que pidan a Grecia que no pague su deuda con los demás países cuando a España le deben 26.000 millones de euros, que es el equivalente a un año en gasto por desempleo en España? ¿Es que les van a decir a los parados que se quedarán sin subsidio?
Escribe en la tercera de "ABC" el abogado J. F. Pérez-Orive, para mí con mucho acierto: oiremos cambiar y reinventar el significado de las palabras: democracia será venganza; subvención, un derecho; crédito, una donación, y prosperidad, la utopía. Y ése será el campo de juego en que nos moveremos en estos comicios electorales.
Por ello, y para que no terminen definitivamente ni con Asturias, ni con España, no cabe más que debatir en su terreno. Y ese debate le corresponde hoy más que nunca a la clase media, que son los que pagan religiosamente sus impuestos y a quienes cada vez más se les mengua su poder adquisitivo por arriba y se desmembra hacia capas inferiores de la sociedad, por abajo.
Caer en el simplismo oportunista de pensar que nacionalizando la banca no existirán banqueros es más un eslogan que una realidad. Creer que nacionalizando las grandes empresas es mejor es retroceder en la historia y caer en las mismas consecuencias que llegaron a nuestros vecinos los portugueses con la Revolución de los Claveles. Pues los banqueros se irán allá donde el dinero produzca beneficios y las empresas nacionalizadas -además de indemnizarlas- no seguirán importando productos de un país que vuelve a cincuenta años atrás. Por eso, el marxismo necesita crear miseria, para después la nomenclatura disponer de fortunas, al estilo de los Castro o de los Trujillo. Menos mal que, como dice el dicho, todo mengua al cocer, y lo que estos privilegiados universitarios quieren cambiar no es para más libertad o para más democracia. Es el cambio que nos lleva a la cola de los supermercados a los mismos, y a la nueva casta a vivir mejor que reyes a costa de los más necesitados. Y cuantos más haya, ellos mejor vivirán. La historia para esto es muy tozuda.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo