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Mirando hacia atrás con nieve

25 de Febrero del 2015 - Marité Lana Díaz (Pola de Somiedo)

Asistimos estos días, ante esta gran nevada, a debates y opiniones sobre si es la más grande en veinte años, si la más grande que se recuerda o si es una nevada como las de antes.

Centímetro arriba, centímetro abajo, lo que me parece que está claro es que esta nevada es distinta. Distinta por, al menos, un par de razones: la primera, porque seguramente es la nevada más fotografiada, grabada y difundida de la historia. El uso generalizado de móviles, cámaras fotográficas, tablets permite difundir en tiempo real a través de las redes sociales multitud de imágenes. Hace unos días me comentaba un amigo que "espalando" (paleando nieve) se le cayó el móvil en la nieve, tardó un rato en darse cuenta y cuando lo recuperó ya no funcionaba. Así que al día siguiente se fue a Oviedo a comprar uno. Estos aparatos se han convertido en una herramienta fundamental no sólo como teléfono, sino como cámara y, sobre todo, como forma de relación con la gente a través de Twitter, Facebook, etcétera.

La segunda razón tiene que ver con que las zonas rurales, las de montaña, más, sufren un acusado despoblamiento, lo que añade más dificultades ante estas nevadas.

En invierno las tareas básicas se centran en la casa y en la cuadra. Las comodidades de las que ahora disponen tanto una como otra distan mucho de las que había en tiempos pasados. Antiguamente, la tarea de "aviar" la cuadra (echar yerba y agua al ganado, barrer el estiércol, etcétera) se complicaba mucho ante una gran nevada. Las cuadras no disponían de agua y había que llevar las vacas a que bebiesen en la fuente del pueblo. Para ello era necesario ir abriendo caminos en la nieve, en un proceso que podríamos llamar de dentro hacia fuera, desde la casa a la cuadra, al gallinero, al leñero, a la fuente, etcétera, hasta llegar a los caminos generales. La comunicación con otros pueblos o con la capital del concejo no era estrictamente necesaria, si exceptuamos los casos de urgencia médica.

¿Qué ocurre ahora? Ahora las cuadras tienen mejores instalaciones (agua, electricidad y webcams para vigilar el ganado desde casa), pero están situadas más lejos de las viviendas, con lo cual la tarea de espalar nieve se hace más penosa, por la distancia y porque hay menos vecinos para ello.

Algo parecido ocurre con los escolares. Antes la escuela estaba en el pueblo y aunque durante los días duros de temporal no se pudiera ir a clase, en cuanto amainaba se abría camino para poder asistir. Ahora la escuela está en la capital del concejo, con lo cual si la carretera no está abierta, los escolares se quedan sin clase.

Por ello, ahora hablamos de espalar de fuera hacia dentro. Los organismos públicos, ayuntamientos y comunidades autónomas son los que ahora se tienen que encargar de abrir estas carreteras comarcales y locales, desde la capital hasta los pueblos. Este proceso de fuera hacia dentro también se da en los casos de vecinos que teniendo casa en el pueblo no son habitantes habituales, sino de fines de semana o vacaciones, y para acceder tienen que abrir paso desde el camino general hasta sus casas. Justo al revés que antes.

No siempre asumimos que individualmente y como comunidad que vive en un pueblo tenemos también nuestras tareas, y por eso reclamamos que los organismos públicos se encarguen de todo. Pero dada la magnitud de nevadas como ésta, no es fácil. No todas las máquinas quitanieve pueden acceder a todos los sitios, ni los ayuntamientos pueden disponer de todos los tipos existentes de quitanieve, ni, desde luego, pueden abrir los caminos a todos los pueblos a la vez. Es cierto que los pueblos no tienen las mismas atenciones que la ciudad, donde vive más gente, y que debemos reivindicar mejoras, pero también lo es que si no recuperamos actitudes de colaboración vecinal, como las que tuvieron nuestros antepasados, no tendremos mucho futuro.

Vivir en las zonas de montaña tiene sus inconvenientes, el de la nieve seguramente no es el peor. Por lo tanto, todos los debates en torno a estas dificultades y todas las jornadas y encuentros que se generen en torno a esta problemática, bienvenidos sean. Tratemos de sumar y aportar ideas y con ellas alguna solución. Busquemos el equilibrio entre el todo desde dentro y el todo desde fuera, sea con el tema de la nieve o con cualquier otro que afecte a la vida en las zonas rurales.

Una nevada así añade dificultades a las tareas de los ganaderos, hosteleros, etcétera, pero también es buena para estaciones de esquí y demás actividades ligadas a la nieve. Si nunca llueve a gusto de todos, está claro que nevar, tampoco.

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