Pobreza y amiguismo o esfuerzo
Parece increíble, pero el dato es revelador: la mitad de los españoles baja de clase social por causa de la crisis. O, al menos, eso reflejan los resultados del Observatorio de la Cadena Ser publicados este mes de febrero de 2015.
Aunque, a mi juicio, lo más significativo es que un 43 por ciento de los encuestados piensen que la riqueza depende más de las relaciones adecuadas que del esfuerzo de cada uno. Ya se sabe que esto parece inevitable, porque los ricos suelen proceder de familias acomodadas.
Indudablemente, lo que es claro, a mi juicio, es que existe una percepción generalizada acerca de la enorme desigualdad en la distribución de la riqueza entre los ciudadanos. De hecho, el 80 por ciento de las personas consideran que las diferencias entre las clases altas y las bajas son grandes o muy grandes.
Lo que se deduce de estos datos es que vivimos en una sociedad que no es meritocrática, ya que, aproximadamente, el 70 por ciento de los trabajos se logran por enchufe de conocidos, amigos o familiares, por decirlo de una manera clara. El enchufismo, favoritismo o amiguismo está presente, desafortunadamente, de modo constante y muy frecuente en la realidad social. Sin tener en cuenta el esfuerzo, la preparación, y los méritos en muchos casos.
O sea, que predomina la ley de la selva, y la buena suerte o la mala suerte, y no la capacidad, la preparación, los méritos acumulados y la experiencia. No me extraña que exista una gran desigualdad económica en la sociedad, y entre las diferentes clases sociales.
Para compensar esto me parece muy acertada la propuesta de refuerzo de los programas de rentas mínimas que ha lanzado la Plataforma del Tercer Sector en la que participan varias ONG, y también Cáritas y Cruz Roja Española. Estas entidades piden que se destine el 5 por ciento del presupuesto de las 17 comunidades autónomas españolas a combatir los efectos de la crisis, lo que supone unos 7.000 millones de euros. Si esta propuesta aparece en los programas de los diversos partidos políticos que se presentan a las próximas elecciones autonómicas, considero que sería muy beneficioso para la ciudadanía.
Porque se deduce que este porcentaje del 5 por ciento puede aumentar, si las necesidades de los ciudadanos en peor situación económica lo requieren, en función de la tasa de desempleo, y otras variables que pueden ser analizadas objetivamente.
Al final en política de lo que se trata, al menos, es de disminuir al máximo la injusticia social, o hacer que desaparezca, aunque parezca utópico. Las clases medias han sufrido, duramente, los efectos de la crisis económica, y se han empobrecido. Además, las capas de población más vulnerables están en peor situación todavía, y también tienen derecho a unas condiciones de vida dignas.
En conclusión, de lo que se trata es de favorecer políticas que afirmen, decididamente, la necesidad urgente de emprender acciones de redistribución de la renta y de la riqueza, con distintas formulaciones posibles. Y creo que los mismos ciudadanos tienen que hacer oír más su voz a través de las fuerzas políticas. De este modo, se impulsa, de mejor manera, una democracia más participativa.
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