Hacienda no siempre somos todos
El 5 de febrero LA NUEVA ESPAÑA me publicó una carta en la que en cierto modo denunciaba lo que yo entendía como pasotismo o dejadez por parte de la Agencia Tributaria, al ver que pasaban las semanas desde que entró en vigor la reforma tributaria y su disposición adicional única, por la que se concede un plazo de seis meses a partir del 1 de enero, a los perceptores de pensiones del extranjero para que, en el caso de que no las hayan declarado en periodo voluntario, ahora puedan regularizar su situación sin tener que abonar recargo ni sanción por no haber declarado dichas pensiones en los años correspondientes.
En mi escrito, manifestaba mi disconformidad con la forma de proceder por parte de Hacienda, al haber dejado pasar tantos años sin haberse preocupado por este tema, beneficiando con ello a quienes no tributaban y en detrimento de quienes estamos declarando ese tipo de pensiones desde el primer día en que empezamos a cobrarlas, y que ahora tampoco advertía de la existencia de la nueva normativa.
Pues bien, curiosamente una semana más tarde de ser publicada mi carta, recibo un escrito de la Agencia tributaria advirtiéndome del plazo mencionado para que, en el caso de estar yo en ese supuesto, regularice mi situación con el fisco. Al leer el escrito en cuestión, pillé tal cabreo, que me faltó tiempo para plantarme en la Agencia Tributaria de Gijón, provisto del escrito en cuestión y de las declaraciones de la Renta de los últimos cuatro ejercicios fiscales, aún no prescritos. Cuando le indiqué a la funcionaria que me atendió el motivo de mi presencia, ella, sin dedicar un segundo a mirar el escrito, me espetó que sabía de qué se trataba y que era debido a que cobraba pensión del extranjero y no la declaraba. Menos mal que yo, temiéndome lo peor, llevaba conmigo las declaraciones de los cuatro años que ahora piden, y cuando se las enseñé, empezó a teclear en el ordenador, para acabar diciéndome que podía marcharme tranquilo, que yo estaba al día en mis obligaciones fiscales y que nadie me iba a molestar. A lo que yo respondí que ya se me había molestado enviándome un escrito que, a mi juicio, debería estar destinado a advertir a quienes no cumplieron con su deber de declarar todos sus rendimientos, y no como en mi caso y el de tantos otros, que llevamos años pagando y viendo cómo otros gozaban de devoluciones que, ahora se ve, no les correspondían.
Desconozco el motivo por el que Hacienda funciona de esta manera, pero, a mi entender, deja mucho que desear y se aleja de su mensaje publicitario de “Hacienda somos todos”.
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