Depresión

28 de Febrero del 2015 - Francisco Javier Fernández Díaz (Mieres)

Es el llamado mal de nuestros días, una enfermedad silenciosa, que no muestra rasgos físicos aparentes a las personas que la sufren. Es una enfermedad invalidante, cuyos síntomas varían en relación con las muchas variantes que tiene dicha enfermedad y su patología. Yo, como portador de la misma desde hace más de treinta y cinco años, puedo contaros mi experiencia, para que pueda servir a las personas que os rodean a saber el significado de la misma. Al ser una enfermedad enmascarada en rasgos físicos, puede no ser denotada por personas adyacentes a quien o quienes padecen. Los sintomatología no aparece en ninguna prueba diagnóstica, los resultados de las mismas serán normales, por lo que se dice que es una enfermedad silenciosa y enmascarada. Los enfermos que padecen dicha enfermedad a diferente nivel notarán como síntomas principales los siguientes: tristeza, angustia, debilidad, dolores articulares inespecíficos, una gran debilidad (cualquier pequeña tarea se les hace un mundo), ideas negativas sobre la realidad que los rodea, sumiéndose en un mundo surrealista sin esperanza. Hay personas que acaban no soportando la enfermedad y acaban con su vida, puedo entenderlo, ya que la sintomatología en periodos críticos es de una crudeza exacerbada. Nuestro cerebro, cuando se encuentra con déficit de serotonina, manifiesta la sintomatología antes expuesta. En palabras comprensibles, tienes tu tanque de gasolina vacío y experimentarás una mejoría cuando dicho tanque empiece a llenarse. La enfermedad se manifiesta con mayor crudeza por las mañanas y mejora en horas nocturnas.

El tratamiento con psicofármacos, si no viene acompañado de una buena terapia cognitiva, nos llevará a una dependencia farmacológica como un drogodependiente, con dosis ansiolíticas variables según la patología. Las crisis depresivas son complejas y la evolución depende de cada persona y de su grado depresivo.

Como dije al principio, es una enfermedad invalidante para el desarrollo de cualquier tarea, por muy sencilla que parezca, cuando estamos en una fase depresiva mayor.

Yo no soy la persona más indicada para dar consejos, pero puedo intentar hacerlo con las personas que convivan con un depresivo, se vean sobrepasadas y no sepan cómo ayudarlo. El depresivo debe notar cercanía de las personas queridas, principalmente de las personas que más quiere (yo, principalmente, siempre me he apoyado en mi madre, aunque ahora ya no está conmigo), en su pareja si la tiene o con las personas con las que convive diariamente. El depresivo sabe lo que le pasa y a veces tenemos formas de defensa para afrontarlo, en muchos casos como es el mío es como un diabético necesita psicofármacos acompañado de ansiolíticos, que la propia persona (en el caso de los ansiolíticos) sabe regular según su sintomatología. Las personas que desconocen la sintomatología de una persona depresiva y es comprensible intentan animarla de una manera inadecuada. Forzar a un depresivo a hacer cosas que cuando está en una fase de crisis no puede realizar es inadecuado; decirle que es un vago, porque a veces la debilidad le puede y necesita estar acostado, también es inadecuado; deben estar vigilantes, pero sin agobiar al enfermo, y ayudar creando un entorno de sosiego, atenderlo cuando él realmente necesite la ayuda que precise. Saber que es un enfermo y no es su voluntad estar así. Tratarle con cariño pero nunca con pena. Él, al encontrarse mejor, reaccionará y, poco a poco, volverá a realizar una vida mas o menos normal con las limitaciones que acarrean la enfermedad, ya que sus potenciales cognitivos no disminuyen, suelen ser personas con un coeficiente intelectual superior a la media, por lo que pueden ser muy útiles cuando se encuentran controlados, muy útiles y productivos para cualquier empresa que los emplee. Es compleja nuestra vida y en la sociedad actual donde priman el individualismo, la competitividad, y no se fomenta el trabajo en equipo; en muchas ocasiones o cuando se fomenta y cada persona del mismo aporta su potencial, los resultados suelen ser óptimos. Las envidias no son sanas, debemos aprender de quienes nos rodean y saber darnos cuenta de nuestros errores, no recriminando a quien los comete inconscientemente, sino enseñando, para que no se repitan. Los depresivos deben ser tratados como iguales en el mundo laboral; ellos, por su experiencia, saben cuándo están en condiciones de dar el máximo rendimiento en su trabajo.

Espero que este pequeño relato sirva a la sociedad a entender a la enfermedad del siglo XXI.

Cartas

Número de cartas: 46057

Número de cartas en Septiembre: 161

Tribunas

Número de tribunas: 2086

Número de tribunas en Septiembre: 8

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador