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El campo asturiano

12 de Marzo del 2015 - Joaquín Villa Suárez (Oviedo)

La agricultura en general y en explotación familiar, en Asturias, fue desapareciendo por su baja rentabilidad económica (aun teniendo las fincas en propiedad) porque para vivir de la agricultura hoy hay que invertir mucho dinero en maquinaria, poca mano de obra y obtener alta producción, para poder competir en el mercado actual.

En Asturias las fincas, debido a las sucesivas particiones de herencias, cada vez se van reduciendo más en tamaño y, en muchos casos, lejos de donde ahora resides y con otra profesión laboral. De esta manera, sólo se trabaja algo de tierra, cuando está al lado de casa y si entra un sueldo más, incluido la Seguridad Social para la familia. Así es y está a la vista: hay cantidad de fincas abandonadas sin ningún tipo de producción, llenas de artos, cotollas, y antes eran tierras de patatas, maíz y fabes, hierba, pastos, forrajes etcétera, todo estaba aprovechada para producir algo y sólo de ello vivíamos muchísimas personas.

Reconozco que se están haciendo muchas cosas sobre esto por parte de la Administración, pero siempre se puede hacer algo más, y para ello expongo mi opinión-sugerencia por si de algo sirve.

A mi entender, considero que todas las fincas que hay en la zona rural que están años abandonadas, sin ningún tipo de producción y que no aportan una mínima rentabilidad, previa notificación, a través de una Junta Calificadora Municipal, habría que expropiarlas de forma temporal, definitiva, o cedidas en alquiler de mutuo acuerdo por un precio muy asequible y periodo de años, procurando agruparlas con otras colindantes, si fuera posible, para formar otra finca mayor, con su documentación oficial en regla.

Estas fincas resultantes de la suma de otras, que pueden estar juntas o separadas entre sí, pero siempre próximas, para que la maquinaria necesaria que se utilice sea rentable y servicial para todas –y que, por lo tanto, resulte rentable–, se podrían llamar nuevos caseríos o centros de producción agrícola y clasificarlos como grande, mediano y pequeño, según los metros cuadrados que ocupan, que podrían, ser según la zona, de mucha variedad de extensión. En una misma parroquia puede haber una o varias dedicadas a ganaderías con variedad de animales, para producción de carne, leche y derivados de la misma; pastos, hierba, maizales, remolacha, etcétera, para piensos; plantaciones de frutales, manzana para sidra de selección, llagares de sidra, kiwi, etcétera; invernaderos, cereales, maíz y fabes de la granja, miel y derivados de todo estos productos, por nombrar alguno, pues en este paraíso de Asturias se puede producir casi de todo, pero hay que trabajarlo técnicamente, buscando y preparando la tierra adecuada, con dirección de obra y personal cualificado y otro en formación, con horario y jornada de trabajo flexible adaptado a la producción de cada tipo de explotación.

A estos emprendedores es conveniente darles un préstamo o subvención para compra de maquinaria y herramienta, luego tendrán que pagar una renta y amortización del préstamo y gastos de gestión. A cooperativas agrarias, preferentemente de jóvenes de la parroquia o su entorno, familias de cuatro o más personas disponibles para trabajar u otro tipo de sociedad en la que los socios tengan un coeficiente de propiedad, según la aportación de fincas o capital que invirtiesen y que presenten legalmente su documentación y proyecto con todo detalle, de la instalación agrícola que pretenden realizar y puestos de trabajo previstos.

Establecer las condiciones necesarias legales para el caso de cierre del negocio por quiebra o incumplimiento de sus obligaciones.

La producción puede ser en venta directa in situ, en la plaza del mercado municipal, o disponer de un almacén cooperativa para conservar, distribución y venta.

En estos centros de producción se debería permitir la construcción de naves cubiertas para alojamiento, descanso, vigilancia, cuadra para los animales, almacén de cosecha y maquinaria, mediante naves que se puedan desmontar y retirar en caso de cierre.

Estos centros podrían realizar trabajos con su maquinaria, por encargo de particulares en otras fincas de la zona como: arar, segar, limpieza –con el tractor desbrozador– de fincas, caminos, monte bajo, empacar hierba y residuos forestales, estos para quemar en centrales de biomasa, etcétera y todo tipo de prestaciones agrarias; así se quitaría de los montes toda esa madera seca y brozo y disminuirían mucho los incendios forestales o al menos su intensidad y consecuencias. Prestaciones de este tipo serían muy útiles en cada parroquia o zona, pues hoy en día el campo no se entiende trabajarlo con animales, ya no es rentable y para hacerlo con maquinaria hay que disponer de mucha tierra para rentabilizarla.

De esta forma se supone que muchos propietarios de fincas se decidirían a trabajarlas para sacar algo de provecho a su tierra. Esta sugerencia es muy resumida y se puede mejorar mucho. Colabora con tus ideas.

Creo que así podríamos llenar Asturias nuevamente de grandes caseríos y trabajo para muchos.

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