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Un desastre con mayúsculas

8 de Diciembre del 2008 - Artemi Suárez Herrera (Langreo)

Ya en frío, días después de celebrado el XV Congreso regional del Partido Popular de Asturias, ha llegado el momento de entrar a valorar lo ocurrido en tan importante cita. El título de esta carta ya es un adelanto de lo que nos vamos a encontrar en el desarrollo: un sinfín de despropósitos, un congreso lleno de fallos y errores. En definitiva, un desastre sin paliativos.

Al margen del resultado del cónclave, al margen de la victoria y la derrota, es mi intención con esta carta sacar a relucir las vergüenzas de un congreso que se ha desarrollado al margen de toda comodidad, resultando no sólo un fracaso a nivel organizativo, sino también a nivel participativo. Y para ser más claro y contundente en esta reflexión, procederé por partes.

El lugar no ha estado a la altura. Mi intención no es criticar el hotel de la Reconquista, pues es un marco ideal para cualquier celebración. Un lugar elegante, distinguido, posiblemente el mejor para celebrar una boda, un bautizo, una comunión, una reunión de antiguos compañeros o de trabajo, una asamblea de una asociación y un largo etcétera de eventos. Pero no un congreso de partido, y menos si al mismo van a asistir más de un millar de personas. Para muestra, un botón: el salón donde se celebró el plenario del congreso no pudo acoger ni al 50 por ciento de los compromisarios. El corredor occidental del patio central se colapsó hasta la apertura de las puertas del recinto electoral, y la misma sala donde se encontraban las mesas de votaciones se convirtió en un hervidero en dos acciones: al recoger las credenciales y al producirse la votación.

El tiempo disponible ha sido insuficiente. Prueba de tal despropósito está en las comisiones encargadas de debatir las ponencias, que dispusieron únicamente de 25 miniutos para desarrollar su labor, resultando por dicha causa unas ponencias mal redactadas, sin apenas debate ni la pertinente votación de todas y cada una de las enmiendas presentadas, sin la adaptación de los documentos tras el trabajo en comisión para su posterior votación en el plenario o, al menos, con el reparto de un informe con las enmiendas realizadas a cada ponencia, indicando su aprobación o rechazo y los votos obtenidos. Y otra prueba del problema del tiempo disponible se produjo con el retraso de más de una hora para la proclamación de los candidatos y la defensa de sus candidaturas. Tal circunstancia, y para que quede constancia, recibió por parte de los compromisarios un sonoro abucheo.

Las votaciones resultaron un fracaso organizativo sin precedentes democráticos. Una sola cabina fue habilitada para proceder al voto. Esta circunstancia va en contra del legítimo derecho de los compromisarios a disponer de las garantías de que su voto es completa y absolutamente secreto. No hay palabras para reprochar esta completa barbarie democrática, propia de un régimen totalitario. Sólo faltó que no hubiera papeletas del candidato opositor, lo cual habría sido la guinda del pastel. Prefiero no ahondar más en esta cuestión, porque, si no, habría que acudir al comité de derechos y garantías para solicitar la repetición del congreso.

Y, por último, en cuanto a la seguridad privada contratada, huelga decir que obedecen órdenes del comité organizador y, por tanto, no son culpables de que dichas órdenes se extralimitasen a la función de velar por la seguridad, manteniendo la libertad de movimientos de la que todo compromisario debe disponer. Una vergüenza ha sido el hecho de tener que esperar para acceder al salón del plenario para la proclamación del presidente electo, produciéndose ese acceso de manera apresurada. Y mucho peor aún han sido las órdenes de impedir el acceso al salón del plenario a los compromisarios cuando el presidente electo inició su discurso. Limitar la libertad de movimientos de los compromisarios constituye una falta de espeto a sus derechos como tales.

En conclusión, al margen de vencedores y vencidos, al margen de partidismos y de votos emitidos, la organización del XV Congreso regional del Partido Popular de Asturias ha sido un estrepitoso fracaso digno de figurar en el libro de los horrores de la democracia interna del partido. Esperemos que para el XVI Congreso regional, la organización del mismo no sea tan pésima como la del reciente congreso.

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