Enseñenme, no me adoctrinen
Comienzo una de las cuatro lecturas obligatorias de PAU: “El mercado y la globalización”, de José Luis Sampedro, y no me hace falta llegar siquiera a la página veinte para darme cuenta de la ideología política el autor.
En un primer momento, son leves guiños a una posición política concreta (también manifestados en las ilustraciones de Sequeiros que acompañan al texto), que a medida que leo se agrandan y se hacen más notables, llegando a ser en algunos casos lo que yo considero escandalosos.
No trato de criticar la ideología de Sampedro, la redacción del libro, su estructura, ni cualquier otro aspecto que ponga en duda la calidad de la obra, ya que en ningún caso estoy cualificada para hacerlo, pero sí me parece criticable el hecho de que tal libro se haya elegido como una lectura obligatoria.
Es cierto que, en cualquier obra del género que sea, podemos encontrar ciertos signos de los ideales del autor. Es conocida por todos la dificultad que supone escribir sobre algo de manera totalmente objetiva y sin mostrar nuestra opinión. Sin embargo, no creo que un ensayo (que por definición es un texto literario en el que el autor expresa brevemente su opinión sobre un tema determinado) sea el tipo de literatura más acertada para jóvenes de 18 años que en la mayoría de los casos estamos aún forjando nuestros idearios. Yo misma, casi dieciochoañera, me doy cuenta de lo influenciable que soy por lo que leo o lo que escucho y veo en mi entorno.
Llegados a este punto, me pregunto cuál es la intención de la elección de esta obra en vez de cualquier otra. Entiendo que las lecturas obligatorias son útiles para conocer el grado de compresión lectora que tenemos los alumnos, al igual que para ampliar nuestros conocimientos sobre las grandes obras de la literatura española. Pero me asalta la duda de si, en este caso, se trata con ella de influir de alguna manera en la posición política de los jóvenes, ya que la obra tiene carga ideológica suficiente para ello. Si por el contrario me estoy dejando llevar por el piensa mal y acertarás y lejos de ser este el objetivo de la misma, sino únicamente pretender que cada lectura corresponda a un género literario distinto (puesto que las otras son una novela, un libro de poesías y una obra de teatro), me atrevo a decir que, sin ser éste el fin, en muchos casos habrá ejercido importante influjo en algunos de los jóvenes lectores.
Sea como fuere, a medida que leía la obra me sentía, ciertamente, algo adoctrinada; y al igual que yo supongo que muchos otros.
Lejos de las ideologías, de las creencias o de las opiniones individuales, tratemos entre todos de hacer de la educación exactamente lo que es: un medio de enseñanza y no de adoctrinamiento.
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