Usar y tirar

1 de Marzo del 2015 - Guillermo González Vega (Oviedo)

Los humanos estamos constantemente comprando nuevas cosas, y siempre queremos lo más actual y lo que está de moda; el smartphone que haga las mejores fotos y sea el más grande, la ropa que esté de moda y que vemos puesta a todos los famosos, etcétera.

Pero hay un factor en el que mucha gente no se fija: la duración del producto. Sí, me refiero al tiempo que el producto se mantiene en buenas condiciones, que, si no os habéis fijado, es muy corto. ¿Cada cuánto cambiamos de smartphone? Tres años suena incluso una barbaridad. A vosotras, las mujeres, ¿cuánto os duran unas medias sin que se rompan? Meses, diría yo.

Pero todo esto tiene una respuesta y la encontramos en la obsolescencia programada. La obsolescencia programada es la programación del fin de la vida útil de un producto, es decir, los fabricantes de las grandes empresas calculan de antemano lo que quieren que dure ese producto para que nosotros, los compradores, usemos nuestro producto por un tiempo limitado, cuando en realidad creemos que lo hemos comprado para siempre.

¿Qué clase de engañabobos es esto? Entiendo que las grandes empresas quieran vender y vender sus productos y que su mercado nunca pare, pero ¿es necesario engañar a la gente? A mi juicio, creo que vivimos en una sociedad de mentirosos, de grandes timadores que se benefician de aquellos que lo único que pueden hacer es ver y callar. Y yo, como comprador, quiero que las grandes empresas se dediquen a hacer mejores productos. Y cuando digo mejores productos me refiero a productos que duren lo máximo que puedan llegar a durar.

¿Es que no queda gente honrada en este mundo? Tristemente, creo que no, y que seguiremos durante mucho tiempo comprando cosas de usar y tirar.

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