Un arzobispo sin prisas
Como católico practicante y adorador nocturno veterano (turno XX, Santos Apóstoles de Oviedo), quiero expresar mi profunda desazón por el clima que, entre curas y periodistas de la archidiócesis, se ha creado en torno a la disignación por la Santa Sede del nuevo Arzobispo.
Evidentemente, se trata de revolver el gallinero, como decían mis antepasados agricultores, sobre todo por ese foro de sacerdotes, al parecer seguidores del cura con nombre de rey Mago que se fue al otro lado del charco, según él, o sea, el cura Gaspar, para imponer a tiros la doctrina social de la Iglesia, o sabe Dios qué, pero que, naturalmente, por aquello de que quien a hierro mata -o pretende matar- a hierro acaba muriendo, se quedó por allá, sin haber conseguido materializar sus propósitos.
Ni esos curas del foro en cuestión, que, desde la retaguardia ¡naturalmente!, dicen que el nuevo Arzobispado de Oviedo tiene que tener "una especial sensibilidad social", ni los periodistas y demás personal que se considera -el señor sabe que sin base alguna- capacitado para opinar al respecto, tienen la necesaria fe para dejar actuar el Espíritu, que nos dará el pastor que necesitamos cuando y como sea oportuno, y sin las prisas que manifiestan estos descreídos, que, por lo visto, quieren que se reproduzca la lamentable ocupación de nuestra Catedral por un año, ¡un año entero!, por gentes que luego fueron capaces de defecar en el altar mayor de nuestro templo catedralicio ¡Y no pasó nada!
Desconozco si, en este momento, el obispo Raúl Berzosa considera que, como administrador apostólico de la archidiócesis de Oviedo, debe usted manifestar algo al respecto, pero creo que convenía recordar que, en ningún caso, y menos en los de esta especie, son buenas las prisas ni las presiones. Porque tampoco debe olvidarse, como hacen los curas seguidores del guerrillero, ni los periodistas más o menos interesados (por razones nunca desinteresadas, dicho sea de paso) que el Espíritu sopla cuando y como quiere.
Y, sobre todo, no olvidemos las palabras del Señor Jesús: "Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos".
Así que ni inquietudes sociales ni prisas. Dejemos actuar al Espíritu, que proveerá lo que mejor sea para la archidiócesis.
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