Ganaderos de las Cuencas
Los ganaderos de la cuenca minera protestan por la existencia de fauna salvaje y exigen actuar contra la misma.
En primer lugar, quien perjudica a los ganaderos no es la fauna salvaje, son los intrusos que se dedican a la economía sumergida en la ganadería; en segundo lugar, la fauna salvaje come porque tiene hambre, no como los cazadores; y, en tercer lugar, yo no les aconsejaría que, en estos tiempos convulsos, matasen a las criaturas de Dios, pues los islamistas condenan a muerte a los cazadores, por lo que podrían acabar en una jaula churruscados.
Lo que tienen que hacer los ganaderos de la cuenca minera es exigir al Gobierno del Principado que erradique la economía sumergida en la ganadería, pues les hace una competencia desleal –al no cotizar por su actividad, ni declarar a Hacienda, ni cobrar IVA–, lo que repercute en una menor cuota de mercado. Sin olvidar otro hecho más grave, como es el de que, al no estar controlados por el gobierno del Principado, éste no puede garantizar a los consumidores que no maltraten al ganado, ni que no le administren fármacos y hormonas (hormonas de última generación, adquiridas en México, que no son detectadas por los laboratorios hasta el cabo de unos días). ¿Qué sucedería si aconteciesen casos de tuberculosis, de fiebre aftosa, ántrax, etcétera, por culpa de los delincuentes que se dedican a la economía sumergida?
¿Es aceptable –no digo justo, pues no lo es en modo alguno– que en la cuenca minera los políticos, por intereses electorales, permitan que los prejubilados y jubilados de la mina, todos ellos con una pensión superior al salario de un trabajador en activo, se dediquen a la economía sumergida –nada digamos de los que con triquiñuelas lograron jubilarse por enfermedad y luego están muy sanos para correr detrás de vacas–?
Desde luego que no, pero aunque lo hiciesen legalmente, es decir, cotizando a la Seguridad Social por su actividad y declarando a Hacienda sus ganancias –lo cual no acontece, como comprobarían los inspectores de Hacienda y Trabajo si los políticos se lo permitiesen–, no sería aceptable que unos avariciosos percibiesen una pensión y un salario cuando la cuenca minera es la comarca con la mayor tasa de paro juvenil de toda Europa.
La decadencia de la cuenca minera, que desaprovechó la mayor oportunidad histórica de los millones de euros en subvenciones, sin que se hubiera creado empleo, y cuya mala administración ocultan políticos y sindicalistas, se debe a los mineros delincuentes, pues al dedicarse a la economía sumergida condenan al paro a los autónomos e impiden trabajar a los parados.
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