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Diario de una enfermera desesperada

14 de Marzo del 2015 - Romina Lupión González (Pola de Laviana)

Recientemente una compañera nos contaba cómo el sueño de una profesión se convierte en desesperación ante la precariedad laboral del personal eventual del SESPA. Entiendo completamente a esta compañera, ya que, al igual que ella, he perdido la cuenta del número de contratos que he firmado desde que terminé la carrera en 2007.

Personalmente, creo que ésta es una profesión que elegimos por vocación, por las ganas de ayudar a los demás en el duro camino de la enfermedad. Nuestro objetivo es cuidar, curar, apoyar, estar al lado del paciente en todo momento, siempre intentando entender, mostrar una sonrisa con la que calmarlos y hacerles sentir que no están solos.

Sin embargo, en el momento que estamos viviendo, somos nosotras las que nos sentimos solas. Cuando la única opción que ves a tu futuro es la emigración. No, no estamos en el siglo XX; no, no hemos vivido una Guerra Mundial, tampoco una Guerra Civil. Tenemos que emigrar porque nuestro gobierno ha decidido que, ante una situación de crisis en el país, lo primero que hay que recortar es la Sanidad Pública y la Educación.

Me gustaría entonces recordarle a nuestro Gobierno los derechos fundamentales recogidos en la sección primera del capítulo II del título I de la Constitución española, en el artículo 14, así como en el artículo 43 referente a la protección de la salud.

Nos recuerdan constantemente el derecho al voto, eso lo tenemos claro. ¿Por qué no nos recuerdan más a menudo esos otros derechos fundamentales de los que nos están privando?

Ante esta situación decido no emigrar, ¡me niego! Quiero intentarlo una vez más, quiero quedarme en mi país, luchar por lo que es nuestro. Sigo estudiando, preparándome aún más para conseguir un contrato de trabajo con una duración superior a un mes, ya no pido tanto.

Me vuelvo a chocar con las paredes de la Administración pública. Me presento al examen para enfermero interno residente, es decir, para acceder a una especialidad de enfermería y así poder tener alguna posibilidad más. Pero algo sale mal; hablan de la filtración del examen y además el Ministerio tiene que volver a corregir los más de 30.000 exámenes presentados, ya que ha habido errores con las plantillas. Se impugnan las preguntas que se considera que están mal planteadas o que tienen más de una posible respuesta correcta.

Todos cometemos errores, pero no estamos hablando de preparar un examen de instituto, señores. Ha habido seis respuestas anuladas. Además de eso se han cambiado las respuestas que el Ministerio había dado como correctas en un principio para varias preguntas.

¿Con qué criterios se enuncian las preguntas para un examen de esta envergadura? Lo que a mí me parece es que esto ya es una tomadura de pelo, como tantas otras cosas en este país de pandereta en el que vivimos.

¿Qué será lo siguiente? ¿Se darán plazas sin tener que presentarse a exámenes? ¿Qué futuro nos espera si nos quedamos en España? ¿Cuánto dinero más tendremos que pagar por una supuesta educación y sanidad públicas y gratuitas?

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