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La esperpéntica situación del cementerio de La Isla

26 de Agosto del 2009 - Roberto Peña Cueli (Luarca)

Vaya por delante que no pertenezco a ninguna asociación ni junta vecinal de La Isla (Colunga). Lo que expongo a continuación lo escribo estrictamente a título personal desde mi condición de nacido en La Isla y al que le afecta directamente y familiarmente la lamentable situación que atraviesa el cementerio parroquial de este pueblo.

El Diccionario de don Julio Casares define el término «esperpento» como «extravagante, desatino, absurdo». Según esta definición, la situación del cementerio parroquial de La Isla encaja exactamente con el término definido: es una situación, realmente, esperpéntica.

Para mejor situarnos en la realidad y no extenderme demasiado, resumo:

Este cementerio fue inaugurado en 1924. Entre el camino vecinal del paseo de la playa y el cementerio hay de por medio una finca que ocupa todo el ancho de la pared del cementerio en su fachada principal. Un portón da acceso al cementerio en el centro de dicha pared. Esta finca, habitualmente, se destinaba a prado para pasto del ganado. Para acceder al cementerio con ocasión de un entierro la gente, sencillamente, atravesaba el prado directamente hasta la entrada del mismo.

A final de los años setenta, aproximadamente, se edifica un bar restaurante en su fachada principal, quedando adosado al muro del cementerio y ocupando hoy casi las tres cuartas partes de esta fachada principal. La entrada al cementerio queda, así, escondida por detrás del restaurante, donde la construcción hace un recodo para salvar escasamente el acceso del féretro. Incluso los servicios exteriores del bar y las bombonas de butano están a tres metros de la entrada del cementerio. Para asegurar una chimenea del bar hay un cable anclado en el muro del cementerio. La tierra resultante de las excavaciones, junto con otra tierra traída de fuera, sirvió para relleno contra una pared lateral del cementerio, lo que provoca permanentemente humedad en los nichos construidos en esa zona.

Posteriormente el propietario del restaurante pavimentó parte de la finca donde, actualmente, existe una cancha de balonmano para uso de quienes ocupan el restaurante, hoy funcionando como albergue.

A todo esto hay que añadir la dificultad que encuentra la parroquia de La Isla no sólo a la hora de acceder al cementerio en ocasión de un entierro, lo que supone solicitar que abran el candado de la barrera que cierra el paso a la funeraria, atravesar la cancha de balonmano sorteando las porterías, como también se prohíbe el paso a peatones, familiares y vecinos de La Isla que quieran hacer una visita al cementerio. A varias familias les fue negado el paso y tuvieron que dar media vuelta sin conseguir su legítimo intento.

En estos últimos años se han producido algunos encuentros entre las partes implicadas buscando una solución. Estas reuniones, sin embargo, no pueden buscar, únicamente, una solución al acceso al cementerio. Porque,a mi entender, son dos las cuestiones que deben ser planteadas. Primera: la legalidad o ilegalidad de esa construcción adosada al cementerio. Con la ley en la mano, ¿es legal esta construcción? Ése sería el primer paso. Resuelto el primer paso, vendría el segundo: Con la ley en la mano, también, ¿tiene derecho la parroquia de La Isla a acceder al cementerio parroquial por donde lo hizo siempre?

Negociar el paso al cementerio dando por buena y legítima la construcción de un restaurante adosado a la pared principal de este cementerio es, cuando menos, humillante y, desde luego, esperpéntico.

Y de toda esta situación se desprenden, inevitablemente, tres preguntas:

Primera: ¿Estaba Sanidad al corriente de lo que se estaba edificando adosado al cementerio de La Isla?

Segunda: ¿Tenían conocimiento en el Ayuntamiento de Colunga de lo que se estaba haciendo adosado al cementerio parroquial de La Isla?

Tercera: ¿Sabían en el Arzobispado de Oviedo que estaban construyendo un restaurante adosado al cementerio parroquial de La Isla?

Tres preguntas que merecen otras tantas respuestas.

Si en ese momento eran sabedores de lo que estaba pasando, ¿por qué no se hizo nada? Si no eran sabedores, pero ahora lo son, ¿qué se va a hacer?

Si estas tres instituciones callan, malo.

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