Desde Flor de Rosa, en Portugal, por la ribera de Seda
La ribera de Seda nace en la portuguesa Serra de São Mamede, junto a las fronterizas tierras de Alcántara, en Cáceres, luego pasa por los alrededores de Portalegre y entra en Crato, que es un punto de referencia histórico y artístico, como cabeza de la Orden de Malta en el siglo XIV. Hoy es una villa que mantiene su centro histórico muy homogéneo, con casas multiseculares blancas y amarillas, entre las que destacan como más representativas la renacentista Varanda do Grão Prior (el Balcón del Gran Prior) y, a su lado, el Ayuntamiento, la capilla de la Virgen del Buen Suceso, la Torre del Reloj y otras edificaciones históricas.
A dos kilómetros, y rodeado de una pequeña población que nació a su sombra, está el monasterio de la Flor da Rosa, un edificio gótico muy singular, de enormes proporciones y de sobria y misteriosa belleza, en una mezcla de castillo, palacio, iglesia y monasterio. Nació en el siglo XIII, promovido por los monjes hospitalarios, cuyo primer prior fue Álvaro Gonçalves Pereira y está allí enterrado en un "bien obrado monumento de mármol de Estremoz". En el siglo XVI se amplió también con salas de columnas torsas (retorcidas) en estilo manuelino-mudéjar bello y elegante. En la actualidad, además de brillar en su esplendor, tiene interesantes exposiciones temporales de arte. Y a su lado se une una moderna "pousada", o parador de la red nacional, con un edificio añadido de una sola planta que se conjuga de una manera discreta y elegante con el monumento.
Unos cuarenta kilómetros hacia el Suroeste está Alter do Chao, nombre ligado histórica y popularmente al caballo portugués desde que el rey João V fundara la Coudelaria (yeguada) Real, una institución para la cría de caballos de sangre portuguesa y el arte ecuestre, situada a dos kilómetros de la villa, en una finca de varios cientos de hectáreas. Se visita y se exponen allí espacios, caballos, toda suerte de materiales utilizados en la equitación y exhibiciones ecuestres, así como una halconería.
La villa tiene un castillo de función más residencial que militar, del siglo XIV, cuidado y preparado para visitar, que se sitúa en la plaza principal, en la que también llaman la atención la fuente renacentista y el palacio barroco llamado la Casa do Alamo, con mobiliario de época, una pequeña exposición de arte religioso, oficina de Turismo, biblioteca y bonitos jardines. La iglesia parroquial, que es del siglo XX, de estilo "estado novo" no llama la atención en especial, pero su interior es elegantísimo y vale la pena verlo y vivirlo.
Ángel García Prieto
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