Fueron atentos con mi abuelo
Siempre digo que nuestro país goza del enorme privilegio de tener uno de los mejores servicios públicos de salud universales del mundo. Con algunos handicaps, naturalmente, como las demasiado largas listas de espera para muchas cosas (motivadas, en buena medida, por su elevada demanda, y, más en Asturias, en segundo lugar, por el envejecimiento de la población). Un sistema a cuya construcción hemos aportado nuestro esfuerzo, nuestros impuestos y nuestras cotizaciones sociales decenas de millones de españoles, quienes tenemos una parte importantísima y fundamental del mérito, y algunos retrasos administrativos solventables con una mejora en los procedimientos burocráticos que aún conviene hacer y profundizar.
No obstante, siempre digo también que ser eficaz, humano, amable y educado debería ser obligación de cualquier trabajador en la función pública y en la empresa privada, para con sus usuarios y/o clientes. Un cierto nivel razonable, quiero decir. Pero que cuando esa humanidad, ese compromiso, ese esfuerzo, ya entra dentro del sobreesfuerzo y supera con mucho las obligaciones no sólo legales, sino hasta morales, del profesional, sus pacientes, usuarios o clientes (según profesión) tenemos que estarles infinitamente agradecidos. Y muchos profesionales de la sanidad pública española están cubriendo (y más que cubriendo) las carencias del sistema con su compromiso y su esfuerzo y trabajo, que van más allá de lo exigible, que sólo se entiende desde la observación de su humanidad y su compromiso ético más allá de lo que están obligados, mucho más allá.
Como no puedo hacer una lista de miles de tales profesionales, quiero, en estos difíciles días marcados por el fallecimiento de mi abuelo Álvaro, agradecer su gran labor profesional y humana, en primerísimo lugar, a nuestro buen médico el doctor Pastor Rouco, a nuestra gran ATS Mercedes G. del Barrio y al personal sanitario y administrativo en general del centro de salud de Teatinos. Asimismo, también al servicio de Neumología de Silicosis, al doctor Ramos, al personal de enfermería y al administrativo. Al doctor López, oftalmólogo y su equipo. A Mercedes Hoyos, y a la doctora Pertierra, que han estado al nivel de Mercedes y del doctor Pastor atendiéndonos en el permiso de la primera, en las merecidas vacaciones del segundo, por toda su labor, y, en especial, por el trato sin par que le han dado a mi abuelo, siempre, y más aún en los últimos cuatro y medio decisivos meses de su existencia física (la moral seguirá con nosotros Dios quiera que muchos años).
En lo que a mí respecta, un agradecimiento muy especial al doctor Andrés Cabero, psicólogo clínico extraordinario, por su apoyo emocional fundamental a mi persona en esta dura etapa, y, fuera ya de lo público, desde el llamado «tercer sector», a la doctora Vijande, psicóloga clínica de una experiencia, calidad y compromiso sorprendentes, dada su juventud. Y, por supuesto, a mis amigos y amigas, que siempre supe que son extraordinarios y en estos tiempos lo he comprobado más aún por si alguna falta hiciera, que no hacía.
Gracias, en mi nombre, en el de mi familia, que en estos momentos duerme aún, extenuada, pero que sé positivamente que comparte cuanto escribo, y en el de Álvaro, que no nos habla con palabras provenientes de sus labios, hoy parados, pero sí a través de nuestros corazones. ¡Gracias!
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo