Dos misas en el País Vasco
Con motivo de formar parte de una excursión cultural al País Vasco organizada por la Asociación «Ciudad de Oviedo» (tema para relatar en otro escrito y fecha) tuve la oportunidad de observar la atención que en dicha región española se presta al aspecto religioso católico, al asistir a dos actuaciones distintas en detalles secundarios, y unificadas en lo fundamental.
Primera ocasión o escena: misa funeral con sepelio. Sábado. Mucha asistencia humana, probablemente el fallecido hubiera tenido notable relieve social, y no sólo familiar, ya que de familiares había notable presencia.
Algo aburrido en el exterior del templo de San Miguel (Oñate) a la espera de una guía que nos explicaría historia y arte (muy notable, por cierto) del templo en cuestión. Entré y era en momentos de la homilía, pronunciada en euskera, y que el público, muy numeroso, escuchaba con notable atención (la mayor parte en rigurosa bipedestación). Ofertorio, canon, consagración, comunión, etcétera, todo en euskera. Llega el momento del «daos fraternalmente la paz» (en euskera, por supuesto), mis vecinos de banco me saludan «en euskera», que yo contesto en español o castellano...
Muchísima gente a recibir la eucaristía y, cosa curiosa, llegado el momento de recoger las formas sagradas restantes a su «domicilio» (el sagrario), yo suelo ponerme en pie, y una señora vecina de asiento me hace una pregunta en castellano que contesto (era vasca), etcétera... Magnífica interpretación al armonio u órgano, el pueblo respondía a sus momentos, todo en euskera, y ya inmediato el final, el sacerdote oficiante, dice en castellano: «Damos la bienvenida a todos los que vienen a pasar estancias con nosotros», etcétera.
La segunda ocasión fue al día siguiente, domingo, en que los 53 turistas asturianos decidimos acudir a misa de 9, en grupo compacto, lo que debió llamar la atención al sacerdote celebrante y deducir él eso: que seríamos lo que éramos, turistas que queríamos oír misa dominical. Había también una reducida presencia de feligreses mañanera que luego atenderán su oficio de amas de casa.
El sacerdote miró atentamente nuestro grupo y empezó la función en castellano, alternó con el euskera, las dos lecturas una en cada lengua, los ritos siguientes repartidos en las dos hablas, como «la paz» y demás momentos litúrgicos importantes.Y también, armonio y canto asistido.
Una interesante lección.
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