La desgracia del alumno
Aquí, un alumno de primero de bachillerato, lanza un manifiesto sobre la incompetencia, ignorancia e inutilidad de parte del profesorado. Desdichados aquellos alumnos que caigan en manos de un profesor de tal calibre. A mí me ha tocado en la asignatura de Física y Química. Asignatura que solo fluye cuando la profesora trae consigo un pequeño libro con todos los problemas resueltos del ejemplar del alumno. Si por algún casual, a la instructora se le olvida su libro, el alumnado queda estancado en un vacío infinito de dudas que la profesora es incapaz de resolver. Imagínense la situación. Pero no queda aquí. Cuando se ve acorralada por las dudas de sus educandos, su orgullo la hace ponerse en pie con un sonoro grito en su boca achacando su falta de conocimiento al alboroto que forma el alumnado al ver sus preguntas sin respuesta. La profesora se sienta, olvida todas las preguntas formuladas y sigue avanzando materia. Finalmente las dudas quedan sin resolver y nosotros nos marchamos a casa esperando que al día siguiente lleve a clase su mágico libro para así poder aprender algo, por miserable y banal que sea.
He aquí la realidad de muchas escuelas. Para esto sirven las visitas de los inspectores, para que siga habiendo profesores que solo están cualificados para enseñar los colores. ¿Qué futuro nos espera? Muy simple, un futuro formado por trabajadores inútiles y atocinados.
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