Humanidad
Cuando sufrimos la pérdida de un ser querido nos invade un sentimiento profundo de dolor, pero el recuerdo de los momentos compartidos con él lo va mitigando.
En ese echar la vista atrás nos encontramos, en este instante, los familiares de Manuel Álvarez Fernández. En nuestra memoria se entremezclan múltiples acontecimientos vividos, pero quizá resuenan de manera especial sus últimos meses, los cuales, además de en nuestra compañía, compartió con los residentes y profesionales de la residencia Ovida.
Queremos mostrar nuestro agradecimiento (en mayúsculas) a todos los trabajadores que desempeñan allí su labor, especialmente a los de la segunda planta. Esas personas que dedican su tiempo al cuidado de hombres y mujeres que disfrutan de los últimos años de sus vidas.
La vejez conlleva cambios físicos, pero también emocionales, que requieren entendimiento y sensibilidad. Es esa etapa de la vida en la cual se necesita escuchar una palabra amiga, una palabra cercana y recibir innumerables muestras de afecto.
Esto es lo que precisamente hemos vivido en el Centro Intergeneracional Ovida. No existen adjetivos suficientes que describan y resuman en una sola palabra el trato allí dispensado. Las muestras de cariño y de respeto que hemos presenciado han quedado grabadas en nuestra mente, pudiendo rozar con los dedos la que en ocasiones pensamos ausente o dormida, pero que han demostrado que aún existe la humanidad.
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