Mundanidad
Cuando los que deberían posicionarse ante una situación injusta guardan silencio, lo que consiguen –con o sin voluntad– es crear duda y confusión favoreciendo que la situación injusta prevalezca y pueda ser tomada como justa.
Favorecer con el silencio la injusticia crea víctimas, algo que nunca debería suceder. Pero suele pasar que con mentalidad humana nos posicionemos en favor de la élite que más nos convenga para evitarnos problemas, favoreciendo al fuerte, al poderoso, al conflictivo, al calumniador, y dejando sin defensa a los que no gozan de semejantes prebendas. Con qué frecuencia se comprueba cómo cuando la víctima es tratada injustamente los presentes guardan silencio, sin querer tomar parte para no definirse, dejándola en la indefensión.
Algo verdaderamente llamativo y que con tanta frecuencia se da es el dar credibilidad al chismoso aunándose, aunque sea inconscientemente, a sus intrigas, en las cuales siempre se suele desprestigiar la fama de alguien con difamaciones sutiles, que se hacen en provecho propio, por el orgullo y la soberbia de que la propia opinión sea considerada como verdad.
Que todo esto se dé en la vida de la calle es doloroso, pero cuánto más cuando se da en las filas de quienes deberían vivir, obrar y opinar con total rectitud, ya que se colocan el cartel de cristianos.
¡Cómo conoce el Papa Francisco las realidades humanas! Las divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de lo que sea y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas.
Es de agradecer que el Papa descienda hasta estos detalles para hacérnoslos ver y así analizar nuestras conductas, que tantas veces se conducen ciegamente por caminos equivocados.
En todo esto estaba pensando cuando en La Nueva España del 21/03/2015 leí la admirable carta “Mundanidad espiritual” escrita por don Alberto Reigada, que merece la pena leer y releer.
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