Sanidad abandona a los enfermos de próstata
La sanidad asturiana vive sólo de cara a la galería. Un hospital monstruo, rodeado de jardines y fastuosidad en el que juntaron de golpe varias formas de hacer medicina mientras falla en las cosas más elementales: quirófanos, habitaciones, uvis, consultas y demás dependencias, reducidos, sin luz natural en donde no se sabe si es de día o de noche. A cambio, enormes espacios vacíos e inservibles y pasillos interminables que cansan a la gente y le hacen perderse, con el desgaste y la pérdida de tiempo para todos.
Apenas se inauguró y ya están las paredes desconchadas y muchas cosas estropeadas, debido a su baja calidad. Los asientos son incómodos, fríos, duros... mucho peores que los del Cristo, pero según algunos supervisores, a los que sólo les falta el látigo, “al hospital sólo se viene a trabajar”. En urgencias faltan mantas y almohadas... y las sábanas estaban rotas. ¿Por qué no tenemos aparcamiento gratuito como en los otros? Un gran hospital y sin guardería para conjugar la vida familiar y laboral. Listas de espera enormes que cuando llaman muchos ya están en el cementerio. Un sobrecoste terrible del que nadie nos dio explicaciones. Esto, además de los brutales recortes en sueldos y derechos, justifica la gran desmotivación que sufre el personal. Pero lo que más me indigna es que el señor consejero Faustino Blanco sigue prohibiendo los últimos avances contra el cáncer, porque son caros, mintiendo a la prensa deliberadamente al afirmar que no es cierto. Llevamos varios años, receta en mano, pidiendo el acetato de abiraterona, para el cáncer de próstata y nos lo denegaron. Este año dijeron que lo daban, pero ya hace tres meses que lo solicitó el oncólogo y siempre nos dicen que va a venir la semana próxima, pero todo son disculpas para no darla. Mientras tanto, los derivan a quimio, como hacían antes, con los terribles efectos secundarios que ello produce. Total, qué más da, muerto el perro, se acabó la rabia y así ahorran la pensión y el tratamiento. Los médicos están atados de pies y manos al no disponer de la medicación adecuada. Yo me pregunto: ¿Por qué nos callamos ante tanto atropello? ¿Cómo podemos permitir que políticos desalmados y sin escrúpulos decidan sobre nuestras vidas? ¿Son estos los que dicen ser y llamarse progresistas? Pues que Dios nos ampare, ya que la justicia a la que denunciamos estos hechos pasó olímpicamente de nosotros porque todos van al mismo comedero.
Pido desde este diario un castigo ejemplar para todos los que roben los dineros públicos. Los que hacen obras innecesarias, los que dan subvenciones sin mirar si cumplen los objetivos... y tantas y tantas cosas que pueden esperar, antes que recortar en sanidad, educación o justicia.
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