Un palo, un palo
Cuando era joven, para estudiar o hacer un trabajo teníamos que acudir al Espasa, al Larousse o libros mutilados o simplemente censurados. Hoy sentados en nuestro mejor sofá tenemos acceso al Hermitage, a leer y comparar cualquier periódico nacional e incluso extranjero.
Por razones profesionales viví la aparición del fax, el móvil e incluso el buscapersonas -aquellos aparatitos que te daban un mensaje sin la posibilidad de contestar-. Todo ello contribuiría a dar más libertad al hombre. Por eso cuando veo que hoy la juventud lo utiliza erróneamente siento pena, cuando no horror. Hoy los más avezados no cotejan la prensa. Les vale acceder a una web que les tritura las noticias y les da un acceso a lo que la página le parece importante. A otros, la mayoría, les vale leer su último Twitter. Por eso los Blesa, los ERE, etcétera, que son juzgados o investigados hoy para la mayoría es corrupción de hoy cuando llevan años robando. Es hoy cuando son juzgados de sus fechorías anteriores.
Es la dictadura del Twitter. Sin más lejos, el Ayuntamiento de Oviedo, después de varios años de concesión a una empresa de comunicaciones, en el concurso actual se lo adjudicó a la competencia, siendo esto una pérdida de 50 o 60.000 euros para las arcas municipales, porque una administrativa es la mujer del otro concesionario, pero quién es el guapo que se enfrenta a la dictadura del Twitter, o incluso a una investigación.
Hoy se va por la calle y se ve a los jóvenes poner caras o morritos para hacerse un "selfie". Hoy no importa la admiración por un cuadro si no podemos usar ese palo de hacerse "selfies" delante de él y así certificarlo en Instagram.
Pues he leído que en los museos se prohíbe el palo.
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