El paisano

7 de Abril del 2015 - Ricardo Luis Arias (Aller)

En la larga vida de montaña y alpinismo que uno ha tenido, muchos son los paisanos que en ella conoció, trató y admiró por su honradez y hombría de bien, por ser parte integrante e importante de la historia de la Asturias rural, que es agreste, típica, hermosa y cautivadora. El paisano, para uno, es el señor de ese medio rural ganadero y campesino, aldeano, en el que es todo un personaje, digno del mayor crédito y respeto. El paisano, en definitiva, es un gran hombre. Y como suele ocurrir, detrás de un gran hombre suele haber también una gran mujer. Y esto, en nuestras aldeas del medio rural, es lo que ocurre. Y rebobinando el tiempo, y al filo de un pasado que vamos a hacer presente, recordando y citando a paisanos que si bien ya no están con nosotros para uno siguen siendo historia viva, tal cual fueron, campechanotes ellos, con un gran sentido del humor y cargados de una filosofía aldeana que se transmite de padres a hijos, y que es asombrosa.

Rebobinando, si el tiempo que es pasado, vamos a hacer presente y dar vida, hoy aquí, a unos paisanos que hicieron historia en su aldea, comenzando por el concejo de Quirós, de tan gratos y "montañeros" recuerdos para uno. Hay un dicho histórico que dice que "después de Dios, la casa de Quirós", hidalga tierra en la que naciera el primer santo asturiano, fray Melchor, en el pueblín de Cortes. Accediendo a este concejo por el de Lena, Llanuces es su primer pueblo, recostado en el regazo del Aramo, en cuyo puerto conocimos a Pepón el de Eusebio, que vaqueriaba en el mayáu de Veneros. Pepón era todo un personaje que, con Xumbo y Josepín, compadres y amigos, eran de un prestigio para el pueblín. Uno los denominó como los "Tres Mosqueteros" de la Gascuña quirosa de Llanuces. Pepón era D’Artañán, y había hecho la guerra en Marruecos, en 1920, de donde nos contaba hechos heroicos muy interesantes. Era un empedernido fumador, pero en pipa, que él mismo se hacía de madera de cerezo. Otros paisanos de igual personalidad del concejo de Quirós que uno conoció y trató, y que considero obligado recordar y traer hoy aquí, fueron Joaquín, de Lindes; los hermanos José y Pablo, Melchor y Ricardo, éste cazador de osos, los cuatro de Cortes; Máximo, de Salcedo, muy vinculado él y su familia al santuario de la Virgen de Alba, y Fortunato Fidalgo, Nato, de Bárcena, que por las Américas anduvo en sus años mozos. A todos ellos, hoy aquí, les dedicamos un emocionado recuerdo.

Pero volvamos a Pepón el de Eusebio, con el que hemos tenido más trato y relación, del que mucho aprendí de la vida de la montaña y la aldea, y que buenos consejos me dio. Por ejemplo, me dijo un día que "...como ya yes de los nuestros y muncho te aprecio, rapaz, cuídate y mira por ti, porque yes el meyor amigu que tienes". En otra ocasión, filosofando sobre el hombre, la vida y la muerte, Pepón, socarrón él, tirando de pipa y tabaco, se expresó así sobre tan importante tema: "Mira, rapaz, nun sé qué pue haber al otro llau de esta puerca vida, pero nun quisiera dir, cuando espurra la pata, al mismu sitiu que la mio burra...".

Qué grandes paisanos ha tenido y tiene el medio rural asturiano. Otros más traeremos aquí de bellas aldeas y pueblos.

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